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Noventa y tres

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Para conocer certezas no se necesita tiempo. La vida –como fin– y la construcción conjunta de la vida que se quiere –como camino– ocurre en el instante presente.

Para conocer certezas tampoco se necesitan intentos. El otro, cuando es, hace que se vea el camino y ahí, en esa decisión de compañía, se encuentra el anhelo: el que es conjunto y que mueve la profundidad de lo que se siente.

La vida con otro contiene la cotidianidad, contiene la decisión diaria de estar presente. Ese es el regalo que da optar por construir una vida que se entrelaza con otra. Ese otro –que es objeto del deseo–, cuando abre paso a la sincronicidad, cambia lo que hasta entonces ha sido la vida. Los últimos 93 días mi vida ha cambiado todos los días. Mi vida ha cambiado desde que me encontré en él, desde que pude ver en su mirada la certeza de estar presente.

Los últimos 93 días he agradecido por no necesitar tiempo. La certeza de querer su presencia, su anhelo y la infinitud de su ser están desde ese primer instante.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valentina-arango/

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