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Los proyectos de nación se construyen con relatos que convocan a las personas alrededor de valores compartidos. Relatos que son tan poderosos que pueden unir a grupos diversos bajo la idea de una identidad común. La estructura simbólica y burocrática del poder organizado y la legitimidad de sus autoridades, los elementos que componen la ficción estatal, dependen de la capacidad conmovedora del relato nacional. 

El relato nacional colombiano es frágil y cede ante el peso de las identidades regionales. La estructura estatal se acomoda en formas centralizadas, en la mayoría de los casos ineficientes y los territorios se organizan con criterios que no dialogan con la realidad ecosistémica. Antes me ocupaba la idea de modificar el diseño institucional para lograr una sociedad más justa. Ahora me ocupa la idea de cambiar el relato con el que explicamos lo que somos para que las instituciones sean más justas: de encontrar otras historias que sostengan la decisión de vivir en comunidad.

Desde que conocí el trabajo de Carlos Castaño Uribe sobre Chiribiquete y su explicación de la jaguaridad me ronda la idea de la Nación Jaguar como un relato poderoso para convocar a los y las colombianas alrededor de una idea que podría mostrarnos una nueva manera de habitar el planeta. 

Hace unos días asistí a una presentación de Carlos y hablamos sobre la posibilidad de construir, a partir de la jaguaridad, un nuevo relato y con él una nueva nación: una que valora la vida, reconoce que el mundo tiene un orden que no es dictado por los seres humanos, en donde la correspondencia y la reciprocidad son leyes que no pueden derogarse. Una nación que reconoce que la naturaleza no se domina: que con ella se hacen pactos y se conversa a través de rituales y símbolos. En medio de la catástrofe planetaria este relato podría tener el poder de conmovernos y de empujarnos a encontrar formas más justas de relacionarnos. Nos daría a quienes habitamos este país un lugar diferente para construir relaciones con otras especies y para entendernos en el sistema mundial. Nos convocaría alrededor de una idea común: la de conservar un territorio en donde se mantiene vivo un relato milenario sobre lo que significa estar vivos en la Tierra. 

El día de la presentación Carlos nos contó que prepara un nuevo libro sobre la jaguaridad. Espero que podamos leerlo pronto y que siga la conversación para soñar con relatos que nos convenzan de que hay mejores formas de vivir y morir.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valeria-mira/

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