Durante estas semanas han estado posesionándose los recientemente electos Consejeros Municipales de Juventud. En Colombia, solo 10 de cada 100 jóvenes habilitados para votar salieron hacerlo el pasado 5 de diciembre para elegir a sus representantes en los “CMJ”. En Antioquia, salieron solo 6 de cada 100, y en Medellín, donde propongo poner la lupa, el escenario es fue aún más sorprendente: solo 4 de cada 100. La abstención en esta elección en nuestra ciudad fue superior al 95%.
Contrario a la lectura mayoritaria que presenta un panorama desalentador y decepcionado de la juventud, a mi juicio es apenas lógico y normal lo que vimos el domingo, y representa el inicio de un ciclo democrático que debe fortalecerse en los años venideros. La baja participación se explica por la poca difusión y pedagogía que se hizo desde las instituciones sobre una elección que no se llevaba a cabo desde hace cerca de una década.
En Medellín lo que realmente llamó la atención, fue la disparidad en los resultados: mientras la mayoría de listas obtuvieron votaciones similares y resultados muy parejos, una de las listas sacó una votación desfazada, con demasiados votos de diferencia con respecto a las demás. Un ejemplo para ilustralo un poco: entre la lista que quedó de cuarta en votación (Medellín Joven) y la lista que quedó en el décimo sexto lugar (Somos) hay poco más de un 2% de diferencia en la votación. Por otra parte, entre la lista que quedó primera (Medellín nos une) y la que quedó segunda (TODXS), hay casi un 14% de diferencia en votos, esto es, 2.329 vs. 776. ¿Cómo se explica que la primera lista haya triplicado en votos a la inmediatamente siguiente, y que haya sacado 5 u 8 veces la votación de las demás listas que fue tan pareja?
Podría decirse aquí que esa es precisamente la esencia de la democracia, donde las grandes propuestas y los liderazgos poderosos son masivamente respaldados en las urnas. No es ese el caso de Medellín. Dicho argumento tendría validez, de no ser por las denuncias de corrupción, presiones, compra de votos y violaciones de Habeas Data en las que se encuentra inmersa la lista de Medellín nos une, promovida y respaldada públicamente por el concejal Albert Corredor y por sus aliados y colaboradores.
Las denuncias radicadas adjuntan pruebas de comunicaciones y mensajes en los que se ofrecen becas en la institución educativa de la familia de Corredor a cambio de votos por dicha lista; de uso de bases de datos pidiendo votar por la lista sin que los destinatarios de los mensajes hubiesen autorizado que los contactaran para dicho fin; y, finalmente, denuncias de presiones a contratistas y servidores públicos que debían votar y conseguir votos por la lista de Corredor, so pena de perder su cargo.
Ahora, el concejal Corredor es uno de los principales aliados y amigos del alcalde Quintero, su lealtad se ha reflejado en un apoyo incondicional al alcalde en el Concejo, que va desde el respaldo de todas y cada una de las iniciativas de Quintero, hasta el saboteo de los intentos de la oposición para realizar control político desde el Concejo a la perversa gestión de la alcaldía. Esta lealtad ha sido generosamente recompensada por Quintero, con amplias nóminas de burocracia, cargos y contratos en la alcaldía para amigos del Concejal. No sorprende entonces que Albert Corredor sea tramposo. Socio y defensor de Daniel Quintero, demuestra la simbiosis camaleónica de la política tradicional, que no responde a ideas sino a transacciones, y en la que una buena dosis de mermelada puede convencer a un uribista de respaldar a un petrista.
Fue entonces la maquinaria bien aceitada de Corredor la que se puso en marcha en las elecciones a los CMJ. No vi una sola publicidad de esa lista en redes sociales que no fuera de compartida por contratistas de alguna de las dependencias en las que Corredor tiene cuotas. ¿Compartían la publicidad por convicción y porque creían en las personas de la lista, o porque se les indicó que tenían que apoyarla?
Albert Corredor y su lista deberán dar explicaciones en la Fiscalía y en los estrados judiciales.
Una reflexión final: La abstención favorece a la corrupción. Entre más votos libres lleguen a las urnas, menos poder tendrán los votos que los corruptos compran y presionan. Una elección con pocos votos es el mejor negocio para los corruptos, pues cada voto comprado se vuelve más poderoso, y no deben invertir tanto para ganar. La invitación entonces es salir a votar siempre, en todas las elecciones. El voto es el poder que tenemos los ciudadanos para diluir el poder de los corruptos.