Los estallidos sociales son fenómenos particulares, en los que decisiones específicas de los gobiernos prenden una mecha que estalla una bomba de insatisfacciones e indignación acumuladas por años, que se sabe dónde empiezan, pero no donde puedan terminar. En Chile empezó con un alza en los precios del transporte público y terminó en una constituyente y un gobierno de izquierda. Cuando le preguntaron al expresidente chileno Sebastián Piñera sobre las razones de ese estallido social, su mea culpa fue “no supimos escuchar”.
En Colombia sucedió algo similar: una propuesta de reforma tributaria que subía impuestos a la clase media y baja en medio de una pandemia donde las familias escasamente comían 2 veces al día, fue la gota que derramó un vaso de insatisfacciones acumuladas durante décadas, y desató una revolución sin precedentes en la historia reciente que se volcó como una marea furiosa a las calles durante meses.
El paro del 2021 fue una muestra contundente de que el país pide a gritos un cambio. Eso hay que escucharlo y saberlo leer. La prueba de ello es la votación de propuestas alternativas en las pasadas elecciones: las bancadas de centro y de izquierda se duplicaron, y la votación unida de las dos coaliciones de candidatos presidenciales que proponen un cambio casi doblaron a la coalición que tiene el apoyo del gobierno actual.
Ahora, es preciso hablar del tono de esas dos propuestas de cambio: Las personas que apoyan el centro consideran que este país debe cambiar, que se acabó la era del uribismo y que Colombia necesita un cambio tranquilo, decente y responsable, que encuentra su representación en la Coalición Centro Esperanza liderada hoy por Sergio Fajardo. La izquierda representada por Petro propone un cambio desde la rabia, la indignación y la venganza, un cambio que mantiene el enfrentamiento y revoca las instituciones. Por su parte, Federico Gutiérrez no encarna esa voluntad de cambio, pues con el apoyo público de Duque, Uribe y Oscar Iván Zuluaga, se ha convertido en el candidato de este gobierno.
Esta es una campaña que enfrenta tres propuestas: la de la izquierda, la de la derecha y la del centro; no solo dos, como han pretendido hacer creer ambos extremos. La derecha y el continuismo no son una opción para ganarle a una propuesta de cambio, así se demostró en la pasada elección a la alcaldía de Medellín, en la que la gente creyó que era una campaña de dos y que Alfredo Ramos era el único que le ganaba a Quintero Calle, y vimos lo que pasó. Colombia está pidiendo un cambio, y ese cambio lo encarnan, desde visiones distintas, Sergio Fajardo y Gustavo Petro.
Luego la segunda vuelta se reduce a un análisis aritmético: Si la izquierda (Petro) pasa contra la derecha (Fico), es muy posible que la gente de centro mayoritariamente se vuelque a apoyar a la izquierda (pues representa una posibilidad de ese anhelado cambio, no el que quisieran, pero un cambio). Así pues, quien puede ganarle en segunda vuelta a Petro es Sergio Fajardo, pues contaría con el apoyo del centro y de la derecha, que se volcaría a apoyarlo para evitar la llegada de Petro a la presidencia.
Colombia necesita calmar las aguas, necesita un gobierno que pare esta división y este enfrentamiento que es a muerte como se demostró en el paro, donde abundaron las agresiones y asesinatos. Con Fico o con Petro no es posible parar ese enfrentamiento, pues ambos gobernarían asediados por el otro extremo. Por su parte, el centro representado por Fajardo tiene la capacidad escuchar, de resolver las diferencias mediante el diálogo y de sentar a ambos bandos y unirlos para trabajar por el país.
Luego de muchos tropezones, el centro pudo hacer lo que tanto necesitaba: conformar una gran coalición ciudadana, una alianza democrática que se convirtió en el punto de encuentro de voces diversas que se rehusaron a aceptar que el país estaba condenado a escoger entre izquierda y derecha, uniendo a ocho fuerzas demócratas y de pensamiento liberal: Compromiso Ciudadano, el Nuevo Liberalismo, Dignidad, Colombia tiene Futuro, la ASI, Colombia Renaciente y amplios sectores del Partido Verde y del Partido Liberal; bajo las banderas de un cambio tranquilo, riguroso, liderado por personas preparadas y con propuestas responsables que le apuestan a la educación, a la paz, al cuidado de la biodiversidad, a la lucha frontal contra la corrupción, a las regiones y a proteger las libertades y la diversidad étnica y cultural de la Nación.
Ahora la energía combativa de la Coalición Centro Esperanza está unida, concentrada en enfrentar a los extremos y en mostrarle al país que llegó la hora, que este es el momento del cambio, y que en el centro está la propuesta que encarna la Esperanza.