Inteligencia sin piel

Escuchar artículo

Dice  Byung-Chul Han en el libro “No-Cosas”, que la Inteligencia Arficial no puede pensar “porque no se le pone la piel de gallina”, porque carece de la dimesión afectiva y experencial que los datos y la información no pueden percibir o expresar. Para él, es una inteligencia que solo calcula, que no escucha y no tiene pasión. Para Han, la Inteligencia Artificial no piensa, no sabe, solo elige entre opciones predeterminadas.

La Inteligencia Artificial (IA) es una rama especializada de las ciencias computacionales, su objetivo es crear máquinas que puedan replicar o mimetizar la inteligencia humana. Esta tecnología ha tenido un éxito sin precedente en los últimos 10 años, se ha apoyado en el machine learning o aprendizaje automático, para que los algoritmos aprendan por sí mismos a través de los datos, la imágenes, los textos o los movimientos del mouse. La Inteligencia Artificial se ha usado pricipalmente para el reconocimiento voz, la creación de textos, de música, poesía, traducción de idiomas, lectura de exámenes médicos o aprendizaje de juegos de mesa. Ha sido tal el éxito de la máquinas, que sus creaciones han ganado concursos y campeonatos frente a humanos.

Sin embargo, hoy estas habilidades son limitadas y las máquinas están siendo incapaces de ejecutar otras actividades o labores diferentes a las que fueron diseñadas, de ahí que la próxima generación de IA, denominada Inteligencia Artificial General, sea capaz de aprender diversas tareas al mismo tiempo y de ejecutar funciones variadas e integrales como los seres humanos. Será un sistema de aprendizaje múltiple, capaz de replicar las funciones cognitivas e interpretivas de la inteligencia humana a una escala superior.

¿Qué sucederá? No lo sabemos, pero podemos aferrarnos y resistirnos al avance tecnológico o prepararnos y adaptarnos a la mayor disrupción digital e informática que podamos atravesar en nuestra vida. Es una revolución lo que nos está sucediendo, siemplemente no podemos verla pues sucede frente a nuestros ojos. No es exagerado decir que la inteligencia artificial podría definir y determinar el futuro de la humanidad. De hecho, nuestra continuidad como civilización a largo plazo depende del uso y alcance de la AI en los próximos años. Asegura William MacAskill, en su libro What We Owe the Future, que incluso los humanos podríamos suponer un estorbo para el avance de las máquinas y ese sería nuestro final.

Hay quienes están añorando el mundo análogo y la inteligencia emocional, otros están eufóricos y ansiosos  con los últimos avances de plataformas como ChatGPT, un moderador de textos que promueve diálogos entre lenguajes creada por la empresa OpenAI y en la que  Microsoft invierte y desea masificar para superar a buscadores de información como Google. La cantidad de tiempo que perdemos buscando entre las opciones que nos arroja los buscadores, ChatGPT promete solucionarlo.

Escuché a Alejandro Salazar en un podcast decir que: “tecnología es cualquier cosa que desconocemos cómo funciona”; seguro esto es lo que nos pasa a la gran mayoría de personas: desconocemos cómo funciona la Inteligencia Artificial y no sabemos para qué sirve o cuáles son sus  implicaciones. Tal vez de ahí venga el miedo y la añoranza. Lo cierto es que la Inteligencia Artificial recién comienza su ascenso sin fin.

Es urgente un alfabetismo digital para cerrar brechas entre personas, sociedades y organizaciones. El rezago no solo es de conexión y acceso, también existe sobre el saber, la compresión y apropiación de conceptos básicos para navegar el mundo actual. Elevar el nivel de entendimiento y ampliar las posibilidades de información a todas las personas podría convertirse en un control anti daño a este tipo de disrupciones, la realidad deberá ser accesible a todos y la atención debería estar puesta en este tipo de tecnologías que definirán nuestro presente y la evolución de la especie humana.

Tal vez la IA nos ofrezca de nuevo la posibilidad de cuidar y cultivar las emociones humanas, el amor, la compasión y la posibilidad de hacer el ridículo, el derecho a no saberlo todo, disfrutar sin miedo a equivocarnos y a existir sin tener que ser máquinas sin corazón.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juanes-restrepo-castro/

5/5 - (7 votos)

Compartir

Te podría interesar