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“Me acerqué al arte por razones políticas, pragmáticas económicas. Sabía de antemano que iba a producir cosas que no se vendían y eso es contradictorio porque mi familia es muy pobre, y hacer arte que no se vende es muy absurdo cuando uno es un miserable. Siempre he conservado esa libertad de hacer lo que he podido hacer sin normas y eso ha hecho fluir mi trabajo de comienzo a fin. Estudié arte por razones éticas, estéticas y morales, y siendo adolescente tenía que decidir: o me meto a la insurgencia y soy un líder guerrillero, o me convierto en delincuente lúcido o soy un artista transgresor, entonces dije: no, voy a hacer arte. Eso fue lo que pensé y lo que hago porque es donde me siento más amplio, coherente y preciso. El arte tiene ese filo de libertad.” -Rosemberg Sandoval

Mi obsesión actual se llama Carlos Martiel. Un artista afrocubano, que hace performances donde utiliza su cuerpo desnudo como lienzo para interpretar y reivindicar alguna problemática histórica o de la actualidad, a través de la fuerza y el dolor e incluso poniendo su vida al límite. En la feria Material en Ciudad de México, vi el video del performance ‘Cuerpo’. Donde permaneció desnudo por dos horas suspendido del techo de su galería Steve Turner en Los Ángeles, por una cuerda atada al cuello y varias personas se turnaron para sostenerlo y evitar que se asfixiara. El performance alude a los linchamientos como actos públicos violentos donde los blancos aterrorizaban a los negros en Estados Unidos durante los siglos XIX y XX. Martiel buscaba reconstruir como los linchamientos involucraban hombres y mujeres negras colgados de árboles, víctimas de torturas, mutilación, decapitación y  hasta profanación. Algunas fueron quemadas vivas. Era común que los linchamientos fueran espectáculos públicos donde se celebraba la supremacía blanca. Las fotos de los linchamientos a menudo se vendían como postales de recuerdo.[1]

Cuerpo (2022). Carlos Martiel. Galería Steve Turner.

Grabé un pequeño video del performance con mi celular. Dudé mucho si subirlo a Instagram. Aunque a mí me parece una imagen sublime, sé que hay gente que se ofende, le molesta y le incomoda. Pero les incomoda más “ese tipo de arte” que lo que representa. A mí me parece muy bien que incomode la imagen que subí de 13 segundos de Martiel sufriendo.

El arte, para mí, es ese medio para romper fronteras físicas y emocionales. Un medio para ejercer transgresión desde lo creativo y poético. El arte nos da la libertad de expresar toda la rabia, dolor, injusticia, indignación y representarlo a través de lo crudo y lo bello. Por eso compartí el video. Me gusta que el arte incomode. Me gusta que el arte cuestione. El arte tiene el poder de compartir mensajes, de despertar reflexiones, incentivar debates, inspirar ilusiones.

Tierra de Nadie (2022). Carlos Martiel. Galería Steve Turner.

Por supuesto a mí me afecta la obra ‘Tierra de Nadie’ de Carlos Martiel, un performance donde permanece desnudo de pie con 8 banderas clavadas en la piel. Las banderas usadas corresponden a los países europeos que invadieron, colonizaron, y dividieron territorialmente África. Una reflexión sobre el sufrimiento de las poblaciones africanas y su diáspora, la esclavitud y la violencia sistemática de sus cuerpos y sus tierras, ambas saqueadas por potencias mundiales. A algunos les da igual el colonialismo, “ya pasó, supérenlo”, pero esta obra les da dolor de estómago. Pues merecido.

A mí también me perturba la obra ‘La herida sana, la cicatriz queda’ de Édison Quiñones, artista del Huila de ascendencia Nasa, donde se arranca de la piel un tatuaje del Dios de la coca y lo enmarca. Me inquieta la obra de la artista Luz Adriana Vera cocerse la palabra guerra en la palma de la mano como una alusión a la violencia dentro de un cuerpo sexuado. Me sacude el performance ‘Mugre’ donde el Maestro Rosemberg Sandoval usa un habitante de calle para dibujar con él una línea de dolor y sucio sobre la pared blanca del Museo La Tertulia en Cali. Todos artistas brillantes, que llevan el dolor del otro (de una comunidad, de un país, de un continente, de la humanidad) o su propio dolor a una imagen poética.

Resiliencia. Luz Adriana Vera. Espacio El Dorado.

Como colombianos, hemos naturalizado la violencia. Escuchar que hubo una masacre en el resguardo indígena Awá en el Pacífico nariñense parece no estremecer a nadie. ¿Por qué una obra sobre esto sí? Más allá de la esencia física y estética, el poder del trabajo creativo está en cómo el observador lo ve, lo lee y lo siente. Por eso, me encanta que el arte tenga el poder de liberar el dolor… de un país, de una comunidad, de un sobreviviente. Espero seguir incomodándome.

Rose-Rose (2014). Performance donde empuñaba un ramo de rosas
para herirse y sangrar. Rosemberg Sandoval.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/ana-paulina-maestre/


[1] Las fotografías y el marco conceptual de cada performace fueron tomados de la página del artista http://www.carlosmartiel.net/

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