Le gritan desde un carro, le dicen que se vaya para la cocina, que no debería hacer política y a renglón seguido le tiran agua en la cara. A ella, una de las mejores servidoras públicas que había tenido el país. Conocí de cerca su trabajo en el Congreso, de las mejores legisladoras de su período: Valiente, rigurosa, brillante, coherente. Salimos en bloque a rechazar lo sucedido y a solidarizarnos con ella.

Me impresionó particularmente el episodio de Catalina Ortiz, y los hechos que sucedieron con velocidad luego del mismo… lo fácil que es hacer algo creyendo que es bien intencionado, y que se convierte en la muerte política y el descrédito absoluto.

Hago una precisión: Sospeché cuando tan rápido salió Quintero tan “solidario” con lo de los 10 millones, sabiendo que ha maltratado varias veces a Catalina. Salió inmediatamente a ofrecer una recompensa, misteriosamente apareció un “denunciante” que le cuenta todo, y sale él a “desenmascarar” a Catalina, quedando como el héroe de twitter (su papel favorito). La infiltración no parece un escenario descabellado. ¿cuántas campañas tendrá infiltradas?

El interés de Quintero no está lejos de una infiltración para beneficiar a Mendoza, su candidato en Cali. No me termina de cuadrar que Quintero haya “descubierto” todo el caso. Tampoco es para lavar lo que hizo Catalina o su equipo, que fue muy bajo. Yo mismo me siento engañado, salí inmediatamente a defenderla porque la he admirado mucho y debo confesar que siento un despecho duro, se me cae una ídola. Hoy es muy difícil que la gente le crea y frente al debate sobre su renuncia a su candidatura, creo que renuncie o no, se le acabó.

Su error dejó una reflexión para toda las campañas, un aprendizaje fundamental en cuerpo ajeno: el imperativo de que ser cuidadosos con la «creatividad» en estos tiempos, ser cuidadosos con las personas que llegan a la campaña, investigar, revisar y esculcar muy bien, pues para los tramposos es muy fácil que nos infiltrar campañas y no solo para sacar información, sino además para meter “buenas ideas” que pueden dinamitarlas, en este ritmo loco y vertiginoso que van tomando las elecciones, llega mucha gente que uno no sabe. No perder los papeles ni dejar que se pierdan. No es fácil, porque se supone que «hay que sumar», pero ese sumar no puede enceguecer.

Hacer una campaña es proponerle una conversación a toda una ciudad, y por eso hay que que elegir muy bien cada cosa que se dice. No se puede a salir a hablar de un tema sin haberlo estudiado antes. No se puede dar una cifra sin haberla verificado. No hacer una denuncia sin tener fundamento, ni una propuesta que no pueda cumplirse. No pronunciarse sobre noticias o hechos sin antes verificar que no sean fake. Es preferible perder una oportunidad de “salir en caliente”, que hacerlo y luego quedar como un zapato.

En este frenesí de buscar visibilidad, likes y “crecer”, ojalá las campañas se destacaran por sus argumentos, su rigor, su sensatez; y no por ser los que más duro gritan, los que llaman a incendiar, los que salen a decir bobadas, los que hacen afirmaciones mediocres, los que se quedan en banalidades y los que hacen montajes, como este de Catalina Ortíz. Esto deja una reflexión sobre el peligro de reaccionar, salir en caliente, compartir fakes, etc. La inmediatez y frenesí de las redes por buscar visualizaciones, likes o “crecer”. Las redes son una oportunidad, pero también un riesgo monumental. Un mal paso por tratar de ser “creativo” y te sepultan.

Esto también aplica para la plata: hay que tener ojos en todas partes y cuidado con los aportes (dinero y especie) que se reciben, y solo se puede recibirlos si se sabe con absoluta claridad de dónde provienen y por qué se han donado.

En síntesis: En un mundo de escándalos, gritos, incendios, mentiras y montajes, que al hacer política nos destaquemos por el rigor, responsabilidad y altura con la que asumimos el debate público.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-jaramillo/

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