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20 de julio

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Para mi familia esta fecha siempre ha sido diferente, es una especie de símbolo perfecto de lo que somos, una mezcla viva, rica y simple entre España y Colombia. Por eso en un día como este, mientras el país se llena de banderas, marchan los soldados y se palpita el orgullo nacional, nosotros celebramos la vida de la abuela, que es celebrar la vida de las generaciones que la suceden. Dedico a esa mujer valiente, constante, leal, dulce y generosa unas pocas palabras, ya que en esta oportunidad pudimos celebrar juntos los 90 años que han pasado desde que en Allepuz, Aragón, en España, nació el 20 de julio de 1933.

Con 23 años, casada a distancia por poder, cruzaste el atlántico venciendo temores para llegar a Barranquilla, a donde el abuelo te esperaba con un amor que cumplió hace poco 66 años de matrimonio. Quedaron lejos esos días. Hoy nos hemos reunido a celebrar lo que gracias a ustedes dos somos. Somos su legado, sus valores, su familia y somos su país, ese que los años y la distancia no han podido borrar ni de su acento.

Hoy celebramos las historias. Esas anécdotas imborrables que nos han marcado y nos siguen marcando. Cada persona aquí está llena de recuerdos contigo, que no son más que razones, en forma de memoria, para celebrar tu vida. Celebramos tu sacrificio de años, en jornadas interminables, trabajando muchas horas sola mientras el abuelo hacía su parte,  para juntos asegurar el bienestar y el futuro de todos. Hoy celebramos tu papel preponderante en nuestra historia, ese tantas veces ignorado, el de una mujer extraordinaria que se hizo grande a pulso mientras las miradas del mundo seguían únicamente los logros de los hombres. Reconocemos tus dolores de alma exiliada que ha tenido que despedir de lejos a los suyos y que añora volver una vez más a su país. Reconocemos tus éxitos en forma de pareja, de empresa, de familia, de personas de buen corazón.

Pero no solo celebramos, también agradecemos. Sin ti seríamos sólo una posibilidad. Yo te agradezco por el amor, por el acompañamiento en cada paso de mi vida, por la ilusión genuina con la que has celebrado cada logro, por el apoyo siempre, por las herramientas para avanzar, por tus recetas, por tus cosquillas, por los desayunos deliciosos cuando dormíamos en tu casa, porque has respetado mis decisiones, te agradezco por España, por la forma en la que has recibido y querido a Juliana y, muy especialmente, a María Del Mar, uno de mis grandes amores.

Gracias abuela. Ya eres eterna, vives en 4 generaciones, hasta ahora.

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