Vilma Palma e inconformes

Vilma Palma e inconformes

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Se espera que a un artista de talla internacional como Vilma Palma e Vampiros se le respete con un buen escenario para su concierto. Pero ese no fue el caso de anoche en Medellín. A pesar de que son uno de los exponentes más importantes del rock en español en el continente, el lugar donde fue el concierto al que asistí con mi novia y unos amigos deja claro que a Medellín le hacen falta escenarios para espectáculos. Hablaré de este tema, pero cerraré con aspectos positivos de los artistas que se presentaron.

Inicialmente, el concierto sería en un sitio que se enredó por líos judiciales. Se trasladó a un “centro de eventos” que en realidad son tres carpas grandes pegadas, una tras otra, con una que otra pantalla y uno que otro parlante. El sonido fue fatal, puesto que los parlantes eran insuficientes, lo cual es una falta de respeto gravísima con los artistas, que incluso tenían que parar, con pena, para preguntar si los de atrás escuchábamos. Además, evidentemente, el cambio de locación -que cabe aclarar, fue a dos días del evento- hizo que los espectadores ni siquiera cupiéramos bien en el lugar. Y eso, sumado a que ya hay gente que saca el celular y graba todo el concierto en vez de disfrutarlo, hizo que tuviéramos que estirar el cuello como jirafas para poder ver el escenario.

Sin embargo, considero que lo más grave de todo fue el acceso. Si Medellín saca pecho por ser una ciudad de talla internacional, los artistas internacionales que vienen deben hacerlo a sitios que por lo menos tengan un acceso decente. Este, detrás del Parque Norte y en plena Avenida Regional, ni siquiera cuenta con andenes ni iluminación cercana; llegar a pie significa tener que caminar varios minutos desde la Estación Universidad hacia el norte por calles mal iluminadas, para después rodear el Parque hacia el occidente, pasando por un lodazal sucio y oscuro. El parqueadero también es un desastre, a tal punto que se tuvo que poner varios clásicos de rock en español en los parlantes flojos para darle tiempo a la gente de terminar de entrar.

La logística para entrar, además, incluyó que hiciéramos fila en otro lodazal para después someternos a los mismos tumultos de siempre, acompañados por empujones y con el sonido de fondo de las decenas de vendedores insistentes que le ponen a uno sus productos en la cara. A duras penas había Policía. ¿Dónde están las autoridades para este tipo de eventos? ¿Qué medidas se toman, más allá de la ambulancia mínima que es requisito, para garantizar la seguridad y el bienestar de quienes asistimos a los eventos?

Ahora bien, los artistas fueron los que salvaron la noche con su actitud en el escenario; es una lástima que hayan tenido que presentarse en ese lugar tan improvisado. Las comparaciones son odiosas, pero en Bogotá se presentarán en el Movistar Arena, un centro de eventos que sí es digno de una banda como Vilma Palma e Vampiros y, además, de una ciudad grande. Ya le urge a Medellín un centro de eventos similar.

Volviendo a la banda, fue muy bello poder escuchar en vivo, a pesar de tanto inconveniente, canciones como Verano traidor, Auto Rojo, La Pachanga, Bye Bye, Todo lo que fue y Fondo Profundo. Incluso, destaco el papel de Mario “Pájaro” Gómez, el vocalista principal, que la dio toda en el escenario. Su actitud e interacción movieron al público; cantó y bailó con toda la energía e, incluso, repitió al final algunas canciones con nosotros, con unos cover acapella, para cerrar con un momento increíble en el que las carpas se iluminaron con las luces que él pidió prender en los celulares, ya no encendedores. Fue muy especial ver a un artista que se toma en serio el concierto que ofrece, por accidentado que fuera el escenario, más aún en una época con tanto playback.

Quedamos sin voz de tanto cantar, pero con ganas de haber visto a Vilma Palma e Vampiros en un escenario de más altura.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mejia/

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