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Verdes de la Vergüenza

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En medio de los recientes escándalos de corrupción que sacuden al gobierno de Gustavo Petro ha quedado en evidencia que la clase política tradicional en el país no es sólo la que milita en los partidos tradicionales, sino que también aquellos que posaban de adalides de la moral en nuestra sociedad incurren en las mismas prácticas y en los mismos vicios que han contribuido a convertir a Colombia en un Estado al borde del colapso. La Alianza Verde, partido político que nació con la desmovilización de la guerrilla del M-19, parece estar detrás de un proceso de corrupción en el que se perdieron cientos de miles de millones de pesos, en principio destinados a suplir las precarias condiciones de acceso al agua y al alimento de las comunidades apartadas de la Guajira, pero que se utilizaron para sobornar a Congresistas con el fin de allanar el camino para la aprobación de las reformas del gobierno.

La decepción no es menor, pues hace poco más de una década, bajo el liderazgo del exalcalde Antanas Mockus, este partido despertó una ola de esperanza, la ola verde, que prometía a las nuevas generaciones una forma de hacer política limpia y transparente en medio del lodazal político colombiano. Ahora, depuestas ya las máscaras, la Alianza Verde reveló su verdadero rostro: el de un vertedero de corrupción y oportunismo político.

¿Qué podemos esperar de una agrupación que ha permitido que sus miembros realicen acuerdos burocráticos en todo el país, sin importar si pactan con mafiosos, parapolíticos o milicianos? ¿Cómo pueden mirar a los ojos a sus electores, cuando bajo la complicidad del Partido Alianza Verde se robaron a Medellín durante cuatro años, mientras en Bogotá aplaudían y recibían el dinero del erario paisa en forma de coimas y apoyos a campañas?

Pero no es sólo la corrupción y el clientelismo lo que más indigna del Partido Alianza Verde. Es sobre todo su oportunismo. Acompañaron la llegada al poder de Gustavo Petro, se unieron a su campaña y gobiernan con él, pese a que sabían desde mucho antes los apoyos non santos que recibió por parte del narcotráfico y de distintas estructuras criminales, pese a que sabían el talante autoritario del presidente y el riesgo real de una perpetuación suya en el poder. Pero ahora, cuando explotan los escándalos de corrupción, cuando la deriva totalitaria del régimen se acentúa, saltan del barco, niegan cualquier responsabilidad y asumen la postura de la víctima que supuestamente fue engañada. Pero no hay tal engaño. Lo que han hecho distintas figuras de la Alianza Verde no tiene otro nombre que complicidad y oportunismo.

¿Habrá un día en este país de tragedia y de belleza una agrupación política capaz de representar a esos millones de colombianos honestos, trabajadores, que buscan cada mañana oportunidades para cumplir su proyecto de existencia y entregarle condiciones de vida digna a sus familias? ¿O estamos condenados al contubernio entre la corrupción, el narcotráfico y el poder político, y cuya consecuencia es la violencia y la miseria?

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/julian-vasquez/

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