Un poema feliz

La película de Simón Mesa Soto, Un poeta, logró lo que hacía rato no pasaba con el cine colombiano: que la gente hablara, que se emocionara, que la sintiera suya. La historia del entrañable Óscar Restrepo, interpretado por el primíparo Ubeimar Ríos, ha conquistado a medio mundo con su mezcla de humor, ternura y desparpajo. Ya ganó premios en varios festivales europeos y anda con dos nominaciones grandes: los Goya y los Oscar. Pero más allá de eso, lo que ha logrado Un poeta es algo más profundo: que por fin una película colombiana nos devuelva las ganas de creer en nuestras propias historias.

Mucho se ha dicho sobre ella. Está en todas partes: en las charlas de sobremesa, en los cafés, en los grupos de amigos donde siempre hay alguien que dice “¿ya la viste?”. Pero más allá del ruido, hay algo personal que me tiene escribiendo esto: me obsesiona. La he visto varias veces, más de las que me da pena admitir. Y es que cada vez me sacude distinto, como si me hablara de una parte mía que no sabía que estaba ahí.

Por fin, una película colombiana me tocó de verdad. No porque antes no hubiera buenas —claro que las hay—, sino porque esta me pertenece, me interpela, me hace sentir parte. Un poeta se escapa de esa narrativa tan gastada de la violencia, de la miseria, del dolor que parece ser nuestro único idioma en el cine. En cambio, nos cuenta algo simple y hermoso: la vida cotidiana, con su mezcla de risa, torpeza y tristeza.

La película es cotidiana, cómica, trágica, bizarra, feliz. Te lleva de la risa a la lágrima en segundos, y lo hace con una naturalidad tremenda. Y uno se deja llevar, porque ahí hay verdad, hay alma. En medio de esa historia tan sencilla, se asoma una reflexión profunda sobre lo que somos: gente común, con sueños chiquitos, con ganas de decir algo, aunque sea torpemente.

Simón Mesa Soto logra algo que pocos se atreven a hacer: contar desde la ternura, sin miedo al ridículo, sin necesidad de violencia ni discurso. No busca redimir a nadie ni dar lecciones. Simplemente muestra que en medio del caos también hay belleza, que la felicidad existe, aunque dure poco, y que vale la pena mirarla sin vergüenza.

Y eso es lo que más me gusta: que en un país acostumbrado a escribir poemas tristes, Un poeta se atrevió a escribir, por fin, un poema feliz.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/samuel-machado/

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