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Ayer, durante una conversación pública liderada por Tax Individual, EAFIT, Proantioquia, Vivir en el Poblado y Comfama, se dialogó y discutió con diversos invitados sobre el fenómeno de turistificación y gentrificación como nuevas fuerzas económicas y sociales que han llegado a nuestra región y a Medellín para quedarse. El arquitecto y urbanista Alejandro Echeverri mencionaba la importancia de entender este fenómeno complejo desde la empatía hacia las personas afectadas o beneficiadas, los diferentes sectores económicos implicados y el entramado comunitario y territorial que se ve modificado y transformado por esta incontenible realidad que trae oportunidades, pero también grandes desafíos.
El informe de la Asociación Hotelera y Turística de Colombia informó que el turismo en Medellín rompió un récord en 2022 con un total de 1,4 millones de visitantes internacionales, superando a ciudades como Bogotá en número de visitantes. La cantidad de personas es tal que, para ponerlo en perspectiva, es como si todas las personas que viven hoy en Barranquilla nos hubieran visitado en tan solo un año. Otras cifras aproximadas mencionadas en el evento hablan de 1500 estudios webcam en Medellín como una nueva fuerza económica, y creo que la cifra se queda corta, pues no hay barrio en la ciudad en el que no opere un espacio para este tipo de nueva economía. En Guatapé, por ejemplo, según datos de la Gobernación de Antioquia, ingresan cada fin de semana más de 17.000 vehículos, más carros que humanos, pues allí solo habitan o son residentes cerca de 10.000 personas.
Son múltiples los factores y efectos involucrados en este fenómeno que nos tiene en el mapa global, pero lo preocupante de la situación es que el fenómeno y su complejidad parecieran no importarle al gobierno local. La discusión no está en la agenda pública ni es liderada por la Alcaldía. La actual Administración piensa que la internacionalización consiste en realizar conciertos e instalar vallas para «controlar» el espacio público. Fue evidente para mí que las personas afectadas por este fenómeno están solas gestionando los retos o las posibilidades; cada uno defiende sus intereses, gestionan como pueden en cada barrio la aparición de un nuevo negocio, una licencia de un nuevo hotel o resuelven por su cuenta un conflicto entre vecinos debido a la aparición de un incómodo Airbnb no autorizado por el reglamento de propiedad horizontal. Sentí a los invitados y a la comunidad asistente en un estado de «sálvese quien pueda». Hay desarticulación, no hay diagnósticos claros ni precisos y tampoco una conversación abierta donde converjan todas las miradas.
El turismo en Medellín aún no tiene un rumbo o destino claro. Tal vez una idea de Gandhi nos ilumine: “Quiero que las culturas de todas las tierras del mundo soplen con libertad absoluta a través de mi casa. Pero me niego a ser barrido por cualquiera de ellas». ¿Cómo nos organizamos? ¿Quién lidera? ¿Como le damos buen viaje a esta oportunidad económica y cultural?
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juanes-restrepo-castro/