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Para escuchar leyendo: Orozco, León Gieco

Los hombres son todos iguales, claro, menos yo. Todos los políticos son iguales, claro, menos el mío. Aquí todo el mundo es corrupto, claro, menos yo. En Colombia, sobre todo en política, se nos da bien el señalar la paja en el ojo ajeno.

Esta semana el escándalo de turno, el del presunto desvío de recursos desde la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres, alcanzó a cubrir a líderes políticos de un partido que antes resumió la esperanza de los colombianos, la Alianza Verde.

Entre los dirigentes que son motivo de investigación se encuentra el presidente del Congreso, Iván Name, un político que se le puso enfrente al Gobierno Nacional en varios temas, pero que colaboró para el desarrollo de la agenda legislativa oficialista. Quizás hayamos encontrado la respuesta a su ambivalencia.

Con Name salpicado, líderes del Verde anunciaron su renuncia, siendo Antanas Mockus -símbolo indiscutido de esas toldas- el primero en irse, seguido de Claudia López y cientos de militantes más.

La exalcaldesa de Bogotá salió en medios señalando a sus antiguos copartidarios y exigiendo la renuncia de Name y todos los implicados. Las redes, por supuesto, le recordaron antiguos videos en los que en campaña López le agradecía al hoy acusado congresista por su colaboración, y de paso le enviaba un fuerte abrazo a Carlos Caicedo, a quien llamaba un hombre decente que se atrevía a desafiar el poder del Magdalena. Hoy Caicedo, e incluso López, son investigados en casos de corrupción.

Claro, en este país una investigación no se le niega a nadie, y estamos llenos de ejemplos de usos de la justicia con fines políticos, especialmente en la antesala de las elecciones presidenciales. Pero hombre, bien se puede reflexionar frente a esa imagen, la de una política que enarboló un discurso contundente e incisivo contra sus adversarios y que hoy ve a sus compañeros en escándalos similares a los que antes denunció.

En un hecho inexplicable, Claudia López atacó en radio nacional a su antigua formula presidencial, Sergio Fajardo. Un ataque que recuerda la traición que el grupo político de López, liderado por Angélica Lozano, le propinó a Fajardo en la campaña de 2022.

El exalcalde de Medellín, en uso de un estilo inédito, le respondió a López por medios, en un video que resumo en una frase icónica: Claudia lo que sirve lo usa, cuando ya no le sirve lo patea.

Querido lector, querida lectora, yo no voy a hacer un juicio sobre Claudia López ni sobre ninguno de los implicados, ni más faltaba, pero permítanme ser un sirirí. Recordarán algunos -ojalá- mi llamado a una política que se haga con mañita, con la serenidad firme de la decencia y la contundencia, una que no se base en ataques ni suposiciones sino en la rigurosidad y la claridad. Fuerte con los argumentos, suave con las personas.

Esa invitación toma un componente cínico, para algunos, pragmático, para otros. Usemos la mañita aunque sea por la sospecha de tener un futuro cercano donde nuestros aliados pequen, donde nosotros mismos fallemos. A los políticos no le podemos pedir perfección, pero debemos exigirles coherencia y honestidad. Así, como Cortázar escribiera hace décadas, decencia, joven, para salir de entre tanto algodón manchado.

Este país necesita de la mañita, no en términos románticos, sino en términos pragmáticos. No más división, más rigurosidad. Más razón, menos fuerza.

Pdta: Cuánto desasosiego hacia el 26. ¡Ánimo!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-henao-castro/

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