The Zone of Interest y el silencio

The Zone of Interest y el silencio

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No sabía que la memoria oyera, Es el segundo oído, el de fuera sólo sirve para conducir el sonido hacia dentro. Ensayo sobre la Lucidez, José Saramago.

El domingo, The Zone of Interest, además de recibir el Óscar a mejor película extranjera, se quedó con el Óscar a mejor sonido. Celebré el primero (a pesar de que también amé Perfect Days), pero el segundo lo grité y lo aplaudí al punto de espantar a mi gata.

Es paradójico ganar el Óscar a mejor sonido por el brutal uso del silencio. The Zone of Interest logra hacernos escuchar el silencio sin llenarlo de ruido. Lo sentí desde que la vi. Esos momentos de silencio a lo largo de la película hicieron que lograra escuchar mi propio corazón. Silencios incómodos, inquietantes, que están en vía de extinción o que en las ciudades, difícilmente se encuentran.

El silencio tiene más peso que el sonido. Existe entonces un sonido del silencio. Sonido que no significa muerte, sino vida pura. Las pausas, los silencios en la música, por ejemplo, a veces son más importantes que la propia letra. Esos momentos de silencio en medio de la canción que nos hacen digerir y nos preparan para lo que viene.

Sin embargo, nos hemos convertido en una sociedad que colonizó el silencio. Lo llenamos, quedándonos sin su abrazo o, incluso, asustándonos cuando, en el crepúsculo del domingo o en la medianoche de un miércoles aparece. Tal vez nos asusta porque nos permite escuchar hacia adentro. El silencio te invita a entrar en ti. A recorrer tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. Es la posibilidad de conversar con uno mismo. De comprender que no siempre hay que estar acompañando, no siempre hay que estar hablando con alguien. Conocernos también implica escucharnos.

Esta comprensión del silencio me permitió entender que el páramo no es sagrado solamente por sus frailejones, que de por sí son dioses. También lo es por su silencio. En el páramo se da una orquesta constante que es dirigida por el viento. El viento se escucha con fuerza, pero sólo el viento, con sus diferentes tonos. Surge una atmósfera solemne donde cualquier palabra sobra. Hablar, pensé allá arriba, signficaría romper el acorde, crear descoordinación; sería una decisión egoísta.

The Zone of Interest logra recoger esos silencios para narrarnos una historia atroz, aunque muy humana. Logra hacernos sentir en el silencio, sin necesidad de mostrar lo ocurrido. La guerra es también un atentado contra el silencio. La guerra son alarmas, misiles, impactos, gritos. La paz, entonces, es un páramo que empieza con la escucha a través del silencio.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/martin-posada/

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