Son las emociones, estúpido

La frase ‘es la economía, estúpido’ se popularizó a finales del siglo XX, cuando James Carville, asesor de la campaña a la presidencia de Bill Clinton decidió ponerla en la pared de la sede de campaña del entonces candidato para recordarle a todos los que allí trabajaban que la economía era lo más importante para esa campaña, no otros asuntos. Sin quererlo, acuñó una de las frases políticas más llamativas en el planeta.

Ahora bien, Carville sí sabía que la potencia de la frase no estaba en la palabra ‘economía’, sino en el insulto. Si hubiera puesto algo como ‘Es la economía, así lo reflejan el 43% de los norteamericanos’ la frase estaría condenada al olvido de los argumentos racionales y las personas hubieran puesto su atención en asuntos distintos a la economía.

Esta joya de comunicación política debe recordarnos (y recordarles a los equipos asesores de los precandidatos técnicos) que las emociones controlan las decisiones que tomamos y que no hay nada más erróneo que aquello de que ‘dato mata relato’.

Quiero señalar un par de ejemplos para demostrar porqué realmente son las emociones las que guían buena parte del electorado. En la más reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría uno se encuentra curiosidades como por ejemplo que, entre los encuestados, Iván Cepeda, un candidato con posturas antidemocráticas y que elogia a dictadores, tiene una imagen positiva superior que la de otros como Sergio Fajardo, que se ha caracterizado por la coherencia, la legalidad y un profundo sentido democrático.

Otro ejemplo: independiente de si gusta o no, es una realidad que Germán Vargas Lleras es uno de los colombianos que mejor conoce a este país, que sabe cuáles son sus dolores y cómo se enfrentan. Aún así, cuando el CNC preguntó que entre los precandidatos de la derecha quién creía la gente que representaba mejor ‘el conocimiento de los problemas del país’, la gente puso por encima a Abelardo de la Espriella, que al propio Germán Vargas Lleras. Diría uno que inexplicable, pero realmente lo que está detrás son las emociones.

Quienes compiten hoy por la presidencia de Colombia no pueden olvidar que, para ser gobernante, primero hay que ser candidato. Si quieren ponerse en el radar y, sobre todo, si quieren poner sobre la mesa los temas importantes para discutir y que, de este modo, comiencen a considerarlos, tienen que ponerle el ‘estúpido’ a la ‘economía’ o, dicho de otra forma, tienen que ponerle la emoción a su estructura.

Aún queda tiempo, porque en política electoral seis meses es una década. Pero tienen que ajustar sus narrativas y, especialmente, la forma como se conectan con las personas. Las emociones lo son todo (o casi todo) en unas elecciones, eso lo saben (o deberían saberlo) sus asesores. Si no, miren: según esta encuesta del CNC, los dos candidatos que hoy puntean son los que más emoción suscitan, bien sea por sí mismos o por lo que representan: Iván Cepeda y Abelardo de la Espriella. Es curioso cómo se volvió costumbre ver a Fajardo en el tercer lugar, aún cuando ha demostrado ser el candidato más coherente y consistente de todos. Pero de nuevo: aquí la racionalidad y la sensatez no se traducen en votos. En esta columna no hay nada nuevo. No hay una sola idea novedosa. Pero parece que cada cuatro año debemos volver a repetirlo: a los buenos prospectos de gobernantes que hoy se presentan como candidatos, recuerden ¡son las emociones, estúpido!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/andres-jimenez/

4.8/5 - (15 votos)

Compartir

Te podría interesar