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Se podría decir que este 16 de mayo Vicky Dávila estrenó su voz de estadista en campaña con su planteamiento del 10-10-10. Y, como directora de Semana, propuso que la portada de este domingo 19 le hiciera eco a su primera propuesta como candidata. Para explicarlo mejor, esta semana la candidata publicó un editorial en la revista que dirige y, como directora, ordenó justificar con hechos y datos periodísticos, el postulado de la candidata, que es ella misma.
Dijo en su cuenta de X: “Vamos con 10% IVA, 10% a las empresas, 10% a las personas”. ¿Invita a sus (e)lectores? ¿A quién puede conducir el director de una revista, que no sea a los periodistas para que cubran las noticias? Al margen de las respuestas a estas dos preguntas, el trino de Vicky vino con eslogan: “¡La revolución de la solución!”.
Quebranté los postulados de un movimiento activista del cual solo yo soy miembro, que prohíbe hacer clic en los enlaces de la revista Semana, para escribir esta columna. La razón es que es necesario explicar lo chocante, lo perverso y lo peligroso de este fenómeno de doble personalidad mediático electoral.
El problema no es que Vicky Dávila se haya prestado para comandar la plataforma de activismo en que se convirtió la revista Semana en manos del grupo Gilinski y que del medio serio, de investigación y opinión quede tan poco. Ese duelo ya lo hicimos algunos, porque una cosa era saber que la imparcialidad de los medios llegaba hasta los límites de los intereses económicos y políticos de sus dueños, pero otra es estar expuesto al periodismo abierta y altamente ideologizado que hace el medio noticioso. Eso es apenas chocante.
Yo la recuerdo como reportera del canal RCN cuando saltó al estrellato de los medios durante el cubrimiento del terremoto del Eje Cafetero en 1999. En los directos se la veía invadiendo el duelo de las víctimas y pidiéndoles calma para que pudieran relatar su tragedia ante las cámaras. Tanto, que en las facultades de periodismo (al menos en la que yo estudié), se convirtió en el símbolo de las malas prácticas de la reportería en televisión.
Era joven e inexperta pero trabajaba como loca y con mucha pasión, al son de las exigencias del rating televisivo. Entonces escaló a reportera vedette, uno la veía en los cubrimientos de las noticias nacionales, como en el entierro del gobernador Guillermo Gaviria, por ejemplo, pendiente del maquillaje y de la cámara, con un grupo de reporteros locales que le llevaban los apuntes para que pudiera presentar sin hacer el trabajo duro de conseguir las fuentes y hacer las entrevistas al sol.
Siguió avanzando en su carrera y fue presentadora de noticiero, luego directora de noticias radiales, de donde salió a causa de la publicación de un video sobre la intimidad sexual de un viceminitro, en el contexto de una investigación periodística sobre una red de prostitución masculina dentro de la Policía Nacional. Tiempo después la vimos peleando en vivo con Hassan Nassar, antiguo compañero de trabajo en La F.M. entonces jefe de prensa de Duque.
Audaz, aguerrida, polémica, aficionada al éxito; que cada quien le ponga adjetivos según le guste o no su estilo. Vicky Dávila ha sido la reina de la franja triple A, la custodia de los secretos del rating y la dueña de las llaves del clickbait. Es un imán para las audiencias.
Que una periodista quiera ser presidenta de la República es normal. De hecho, tal es la segunda profesión que más ha parido mandatarios en Colombia. De los 59 que ha habido desde la constitución de la Gran Colombia, en 1819, hasta Petro, 22 han sido periodistas o han tenido relación con medios de comunicación, según publicó el diario La República en 2022.
No asombra que de alguna manera tanto Juan Manuel Santos desde El Tiempo, César Gaviria, desde el periódico La Tarde de Pereira o Andrés Pastrana desde el set de noticias de TV Hoy, hayan albergado la idea de gobernar y catapultado sus deseos desde esas plataformas, lo que es perverso es que estemos ante la dualidad del rol en la carne de Vicky Dávila: el Doctor Jekyll tomándose la pócima para ser Mr. Hide, en vivo por Tik Tok, Instagram y Youtube.
Pero hay tres peligros tras esta salida paulatina del clóset, que viene desde febrero. En ese momento, ante una crítica por la inseguridad en Bogotá, la exalcaldesa Claudia López, le deseó suerte a Vicky Dávila en la campaña a la Presidencia, “con los votos de Uribe” y “la plata de los Gilinsky”. Hasta ahora, la periodista no ha desmentido el señalamiento.
El primero, es el guiño que Dávila le hace al libertarismo de Milei en el discurso del 10-10-10: “cuando los gobiernos se expanden, las libertades se contraen”, dice en el Trino. Parecería que alrededor de su nombre, estuviera configurándose una opción de extremos que, con adobos populistas, le mine posibilidades al centro.
El segundo es que las razones por las que Vicky Dávila podría ser presidenta de Colombia son las mismas por las que Donald Trump lo logró una vez y está cerca de volver a hacerlo. En el libro La tiranía del mérito, Michael Sandel cita a Obama explicando la polarización de la última era en Estados Unidos: “La razón de que estemos presenciando tanta polarización en nuestro debate político hay que buscarla en que no tenemos una base común de hechos e información. Quienes ven Fox News y quienes leen The New York Times viven en realidades por completo diferentes”. Lo cual podría decirse en Colombia sobre Semana y El Espectador o Cambio.
El tercero es que el éxito en redes sociales se materializa con votos: en las pasadas elecciones al Congreso el youtuber santandereano, Jota Pe Hernandez, llegó al Senado con la tercera votación. Y a la Cámara llegaron otras influencers como Cathy Juvinao y Mafe Carrascal. No hay razón para pensar que en las próximas, el fenómeno no ocurra. En el año 2000 el guionista Dan Greaney escribió un episodio de Los Simpson en el que Donald Trump había sido Presidente. “Lo lanzamos porque era coherente con la visión de una América que se había vuelto loca”, dijo cuando le preguntaron por el origen de esa predicción cumplida. Si los Simpson fueran colombianos, estaríamos buscando el capítulo en el que la directora de Semana llega a la presidencia de la República.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/catalina-montoya/