Renovar al centro

Después de la tusa electoral del 13 de marzo, el golpeado Centro político busca un espacio en lo que pareciera una batalla donde sólo caben dos. Los resultados de la consulta de la Coalición Centro Esperanza eran previsibles dada su nefasta estrategia de la pelea interna y su incapacidad de visualizar el futuro más allá del 13 de marzo. A continuación, algunos de los puntos reflexivos que me deja estos resultados:

  1. El voto de centro es un voto sensiblemente de opinión. El electorado de Centro es un electorado sensible a las formas y fondos que utilizan los candidatos. Lo que dicen, cómo lo dicen y con qué intención lo dicen, pesa al momento de cautivar al electorado. En otros espectros políticos, esto no es tan relevante: el mesías es un purgador de las formas y su voz, es una instrucción a su masa para que se justifique cualquier acción no tan santa. El centro político no cuidó sus formas y dedicó su tiempo y energías en pelearse entre sí. No cautivó a ese público sensible que esperaba que cumpliera su principal promesa: encarnar la esperanza.
  • El centro político debe ser más amplio que un pequeño club de “las buenas maneras”. La discusión sobre quién puede o no entrar a la coalición Centro Esperanza succionó la energía combativa del centro. El centro político debería de ser un punto de encuentro de voces diversas que rompen el falso dilema entre derechas e izquierdas, dos categorías que no son tan útiles al momento de gobernar un mundo complejo. El centro político debe ser un punto de encuentro de personas y partidos con principios, no un pequeño guetto excluyente.
  • Emocionar importa: Muchos renuncian a la posibilidad de que el centro político emocione porque su apuesta mesurada excluye el poder emocional de los populismos y la demagogía. Yo, por el contrario, creo que Centro político tiene la posibilidad de ser inspirador, de emocionar con apuestas atrevidas, pero, sobre todo, interpretar los sentimientos de la gente. La escucha, hacia adentro y hacia afuera, es el verdadero reto del centro político.
  • El centro político tiene que reinventar sus formas. Las formas ya probadas de la hacer política electoral se están quedando sin gasolina. Los golpes de opinión, las comunicaciones como el centro de la campaña, la importancia de las redes sociales y las campañas creativas, se convierten en, no tan nuevas, formas de hacer la política del siglo XXI. Lo sorprendente es que el Centro político no lo ha entendido. Un candidato se dedicó a hacer recorridos y repartir volantes y otro a llenar plazas de adultos mayores que no sabían que estaban haciendo allí. Formas obsoletas de hacer política y que hoy, muestran sus resultados.
  • El centro político debe tomar posición. En esta campaña, la Coalición Centro Esperanza logró corregir un error del pasado: ser atrevidos en la denuncia y arriesgados en las propuestas. El centro político no puede ser un lugar aséptico sin posición sobre los temas más relevantes del país, tampoco puede ser tibio en cuanto a señalar lo que está mal. En esta ocasión, el país conoció un centro político con un ideario de país más claro y tomando clara distancia de propuestas que, a su consideración, eran peligrosas para el futuro del país. Una discusión sobre las ideas en las que la Coalición de Centro Esperanza, fue el claro ganador. Hay que seguir recorriendo esa senda para llenar de contenido al centro político.

Tengo la esperanza de que el Centro político en Colombia tiene futuro. Acompañar en esta elección a Sergio Fajardo como líder en ese propósito es un imperativo para quienes creemos esto, pero si no se logra esta vez, veo un camino por delante para que, en el resurgimiento de nuevos liderazgos, brote esa chispa que necesita el centro para ser esa fuerza transformadora de nuestro país.  

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