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¿Patriotas y ciudadanos o mezquinos políticos?

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Difícilmente encontraremos a alguien que no se declare o acepte como patriota o ciudadano y que no profese que los intereses del país o de la ciudad deben estar por encima de los intereses particulares o de los del gobernante de turno. Los hechos, más elocuentes, casi siempre dicen lo contrario: somos políticamente mezquinos.

¿Cuántas personas, cuando salen a votar, lo hacen por el candidato o candidata que consideran que es la mejor opción para el país o para la mayoría y no para sus intereses o ideología particular? No puedo decir que nadie, porque hay excepciones que confirmar la regla, pero sobran dedos de las manos para contarlos.

Sería ingenuo pedirle a la gente que vote en contra de sus intereses e ideas, pero es mezquino votar guiado solo por el bien y las pasiones personales, sobre todo cuando se tiene condiciones para hacer un voto consciente y libre. Desde uno de los más elementales ejercicios políticos, como es votar, hacemos lo mismo por lo que satanizamos a los políticos en el manejo de temas más complejos. Dirán algunos que precisamente uno los elige para que representen sus preferencias. No les falta razón. En la práctica, sin embargo, es imposible, porque las preferencias de uno pocas veces coinciden con las de los demás.

Adicionalmente, los políticos, además de representar intereses y pasiones ajenas, también tienen las propias para defender. En buena parte por eso están en política. Nada más patético que el que dice estar en lo público, porque lo mueve, ante todo, la vocación de servicio. Se parecen a los empresarios que se ufanan de crear empresas dizque para generar empleo y no, ante todo, para generar utilidades, que es la razón de ser de un negocio. No niego que casi todos en alguna medida la tenemos, pero, con alguna excepción, la personas que aspiran a cargos de elección popular lo hacer por una ambición, en ocasiones desmesurada, de poder y reconocimiento. 

Pero la mezquindad política se ve en toda su dimensión cuando el gobernante de turno, sea del país, del departamento o de la ciudad, no representa nuestros intereses ni nuestras ideas ni nuestro estatus y grupo social y, normalmente, es contrario a nuestros afectos o querencias. Es lamentable que vivamos más interesados en que le vaya mal, en hurgar en sus errores, en su pasado y en su historia, que en la buena marcha del país, el departamento o la ciudad. Preferimos tener la razón sobre el, para nosotros, mal gobernante, a vivir bueno, o, si se quiere, sabroso, una buena palabra que es motivo de burla, no por el término mismo, sino por quien lo dijo: una mujer, negra y de origen humilde.

Ahora es con Petro y ayer fue con Quintero; antes era con Uribe y ahora es con Fico, según sea la ideología y los intereses de cada uno. ¿Qué calidad de vida y de políticos se merece una región o un país en donde quienes se dicen patriotas y ciudadanos, anteponen sus intereses al bien común y están más interesados en que al gobernante de turno le vaya mal a que al país le vaya bien?

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-munera/

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