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Daniel Yepes Naranjo

Quintero, usted no es una víctima

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Quintero, usted ha querido presentarse como víctima de un complot. Aprovechó la decisión de suspensión por parte de la procuraduría para arremeter contra la institucionalidad, la democracia y la ciudadanía.

Desde que llegó a la alcaldía de Medellín, el 1 de enero de 2020, ha sembrado odio y división. No ha enfrentado los grandes retos de la ciudad, no ha marcado una ruta clara de acción colectiva y se ha dedicado a desgobernar en su favor.

No ha bajado de ladrones a todos los empresarios, de miembros de un cartel a políticos y líderes sociales importantes y de uribistas a todos los que nos le opongamos, seamos o no seguidores del caudillo.

Ha sido un alcalde peligroso, megalómano, sectario, demagogo e incompetente que pretende jugar la carta de víctima y se atreve a decir, igual que su jefe, que la suspensión como alcalde es un golpe de Estado, que peligra la democracia y que es un perseguido político del uribismo, el fajardismo, el fiquismo, el duquismo, RCN, Caracol, el GEA, Manuel Santiago Mejía, el sol, la luna y mercurio retrógrado. No sea ridículo.

Se le olvida lo victimario que ha sido: puso en peligro a Buen Comienzo, es decir, a los niños y su alimentación; “perfiló” a sus opositores al mejor estilo del DAS; dijo que a Hidroituango se lo habían robado lo que era mentira, dejando en duda la continuidad del proyecto; acabó con el Inder; dejó tirados a los artistas con la reducción del presupuesto de cultura; volvió a Telemedellín una caja de resonancia electoral en su favor; se le está cayendo la Casa Museo de la Memoria; se le olvidó que había que recoger las basuras; no está haciendo nada por los problemas de movilidad; le entregó la contratación de programas importantes a empresas de dudosa procedencia, y un largo etcétera. Usted ha convertido lo público en un negocio privado.

No, Quintero. Usted no es una víctima. Como alcalde ha sido un victimario: está haciendo tambalear la confianza institucional; su lenguaje violento ha creado bandos que cada vez se enfrentan menos en el marco democrático; su narcisismo lo ha llevado a darle la espalda a la ciudad y a priorizar su proyecto político personal por encima de los intereses de todos los medellinenses.

Muchos, la mayoría que criticamos fuertemente su proyecto individualista, esperamos el día en que termine este mal cuarto de hora para la ciudad, orquestado por usted y todo un grupo de politiqueros que se la tomó para usufructuarse de ella y que llegó sin intención alguna de gobernarla bien, haciéndonos retroceder en un camino en el que mucho se había avanzado.

Llegará el momento, pronto, en que gritaremos al unísono: ¡fuera, fuera, fuera!

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