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A ti, que has sentido miedo, te diré que mis palabras son transparentes. Y al pedirte que lo creas, sé que te pido hacerte a una idea que nunca, aunque se ahonde, se entenderá cierta.

Pero a ti, que has sentido miedo, te recordaré que mis actos derivan de la profundidad del pensamiento. Te diré, también, que tus miedos caben en mí; que lo que eres es mi anhelo permanente.

A ti, que has entregado lo que eres, te diré que estoy dispuesta a cuidar tu apuesta. Y que lo haré por la convicción de querer tu presencia; por la convicción de desear tu compañía para poder siempre hacernos nuevos.

A ti,  que has vivido en otras circunstancias, te reiteraré que mi permanencia y la infinitud del sentimiento no están condicionados a las circunstancias que nos correspondan; te diré que la vida compartida es la decisión más preciada y que verme en tu mirada se siente como el mar: se siente como una casa.

A ti, que has llegado para quedarte, te abrazaré al decirte que el amor que conocí contigo es un regalo; y que despertarme con la convicción de querer todos los días reconocerte es un canal, entre muchas otras cosas, para sentirme viva.

A ti, que ya no sientes miedo, te diré que me creas: que plenitud es poder pensar en ti mientras escribo estas líneas.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valentina-arango/

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