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Las elecciones a la Alcaldía se hacen cada día más complejas de abordar. El desastre de Quintero, el pasado mal gobierno de Fico y la crisis de liderazgo que estamos viviendo, nos tienen en una situación de opinión crítica; la polarización es exagerada y todo el mundo cree tener la razón. Hoy hay algo claro en la contienda electoral: no hay candidato perfecto.

Este difícil panorama parece empujar a muchos hacia un reduccionismo pragmatista exagerado que se junta curiosamente con un lamentable purismo sectario.

Entre quienes nos identificamos con las ideas de centro y los de derecha parece haber un consenso: el propósito común de sacar a Quintero. Pero, aunque este sea un fin loable y para muchos de una lógica evidente, en las formas no hay consenso.

Es lógico que en las filas del fiquismo se desarrolle una especie de pragmatismo purista, esta posición les es conveniente en términos electorales. Pero duele ver a amigos de centro matricularse en este discurso. Hay amigos que están dispuestos a poner una línea tan precisamente definida que les permita utilizar el dedo pulgar para otorgar sentencia, dicen: ¡sacar a Quintero o muerte! (política).

No quiero ser mal interpretado, yo personalmente creo deseable y urgente acabar la corrupción de Quintero y cambiar el rumbo de la ciudad. Pero no veo evidente que Fico sea “la mejor opción”, es más, aún sin estar de acuerdo, estoy dispuesto a aceptar que haya personas que siendo más o menos cercanas a mí, lo consideren tan indeseable que les haga ver a los candidatos de Quintero como una buena opción.

Aunque Fico saque a Quintero, demostró en su pasado gobierno comportamientos, actitudes y filosofías que impiden para muchos verlo hoy como una figura conciliadora que recoja múltiples puntos de vista o como alguien dispuesto a cambiar, matizar sus ideas o negociar para sumar apoyos. Si se trata de pragmatismo, ¿por qué alguien que tiene casi ganada la carrera negociaría con liderazgos más pequeños?

Ese es el panorama que no parecen considerar muchos amigos del centro y la derecha quienes, en el afán de defender su propia visión, tienen los taches arriba, las armas cargadas, la lanza en ristre a disposición de atacar a todos los alternativos que no piensen como ellos; incluso, descaradamente, dedican a ellos sus esfuerzo mientras dejan de lado críticas evidentes y lógicas que pueden hacer a partidos tradicionales y a los mismos candidatos de Quintero.

El pragmatismo purista no es nuevo y no dejará nunca de ser lamentable; implica curiosamente ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio y demanda ser relativamente complaciente con los más alejados para concentrar ataques en gente cercana, quienes son, en teoría, más fáciles de convencer.

A todos esos amigos les digo hoy: hay que abrazar al Partido Verde, hay que perdonar a los liderazgos valiosos que hicieron parte del gobierno de Quintero y se han alejado de este e incluso lo denuncian. Hay que darle la mano a los cercanos y guardar la piedra para otros. No se engañen, aunque venga de un partido nuevo, el pragmatismo purista no construye nada.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/

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