¿Por qué hacerlo fácil?

¿Por qué hacerlo fácil?

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«¿Por qué hacerlo fácil, si lo podemos hacer difícil?» fue una frase que escuché un día en un entorno laboral. Alguien estaba citando a otra persona, quien, creador de la frase, la repitió tanto en los pasillos y reuniones que se instaló no solo como comentario, sino como práctica cultural. No le presté mucha atención en ese momento; si bien me pareció graciosa, no lograba comprender su trasfondo y lo que implicaba.

Sin embargo, en las últimas semanas, pareciera que esas palabras se convirtieron en la contraseña para abrir el computador, el celular y las reuniones. Se convirtió en un código secreto, pero explícito, en el quehacer, en las formas de relacionarse, de gestionar el caos y de tramitar la tensión creativa.

Este entorno se ha inventado procesos, protocolos, documentos a modo de convenios, contratos y actas para robustecer sus jerarquías. Normas, leyes y prácticas que, en lugar de facilitar la toma de decisiones y la vida en común, la complejizan, la llenan de ritmos lentos, burocráticos y sistemas innecesariamente complicados que ubican los egos por encima de los problemas reales que se deben resolver.

Ejercicios que podrían ser una conversación terminan siendo una serie de reuniones sin decisión. Decisiones que luego se deben corroborar con correos electrónicos; avances que luego deben ser validados por 500 personas que no ejecutarán aquello que se está decidiendo; riesgos y riesgos mapeados en cuadros de Excel que paralizan, en lugar de invitar a la gestión de ellos.

Cuando todo se podría solucionar con la manifestación de un «no puedo», «no soy capaz», «no lo sé», «no lo quiero hacer», «puedo hasta aquí»; «tengo miedo», una falta de claridad puede llegar a dilatar meses algo que podría resolverse en una semana, convirtiéndose en un obstáculo para avanzar.

Desafíos y problemas públicos que requieren invocar toda la energía creativa y la inteligencia colectiva se bloquean en los códigos de las actas, los correos electrónicos, los mensajes por WhatsApp no leídos, más los chismes y comentarios de pasillo.

¿Por qué hacerlo fácil, cierto?, ¿qué sentido tendría?, ¿cómo justificamos el poder si permitimos que las cosas avancen sin nosotros? Es que, sí se toman decisiones a tiempo, sí se llevan las variables necesarias. Sí se comprende que en la tensión creativa están las soluciones a muchas de las situaciones complejas que habitamos, no tendríamos cómo imponer, cómo medir nuestra lógica de poder y no tendríamos a quién violentar y gritar.

Hacerlo fácil no es ser desordenado, irresponsable e ingenuo; significa que ante la complejidad se asume la claridad, se asume la responsabilidad, se toman decisiones y se gestionan las consecuencias, se establecen límites, estos se comunican, se conversa sin miedo al jefe y se negocia hasta dónde.

¿Será que lo estoy viendo muy fácil?, es mi ego hablando por supuesto.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/luisa-garcia/

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