Petro, ¿y el cambio?

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Nicolás Petro sigue tranquilo, a pesar del océano de evidencias en su contra, Andrea Petro resultó beneficiada con un stand en la COP16, pese a todo lo que criticaban que los hijos de los presidentes recibieran beneficios del gobierno. Benedetti sigue de embajador, Sarabia mueve los hilos del gobierno, Racero esquilma a sus trabajadores, las cuentas de la campaña de Petro siguen sin cuadrar y las de la UNGRD definitivamente se descuadraron. Cambio en las formas de hacer política, no hubo.

Un cambio ético tampoco, porque de otra forma el presidente no estaría feliz entregándole regalitos a Mancuso, en un evento en el que no se le permitió hablar en público a sus víctimas; o condenaría la dictadura de Maduro con la vehemencia que se le suele ver al hablar de otros países. No es de extrañar, hablamos de un gobierno que prefiere premiar a los criminales con subsidios e indultos, mientras trata a los empresarios y trabajadores honestos a las patadas.

¿Una mejora en las condiciones de vida? Bastante cuestionable, según las propias cifras que entrega el gobierno a través del DANE: bajísimo crecimiento económico, desempleo en aumento, y sectores con preocupantes síntomas como la construcción, la minería o el turismo. Un buen ejemplo, la insistente oposición del petrismo frente al petróleo, el gas y las hidroeléctricas ya nos está empezando a pasar factura.

Y tampoco podemos dejar por fuera el ahogo que hace el gobierno al sistema de salud, pagándole a las EPS una UPC (plata por paciente) muy por debajo a la manera en que la inflación ha hecho subir los costos de la atención. El “chu, chu, chu”, del que hablaba Petro, se traduce en vidas que se pierden por el desabastecimiento de medicamentos.

¿Vivir sabroso en un país donde la violencia vuelve a ser noticia? ¡Imposible! Y claro, es verdad que la muerte nunca se ha ido de Colombia, pero el aumento de los grupos armados es bastante preocupante y, en buena medida, se explica por la pasividad asumida por el gobierno bajo la “Paz Total”. Una breve revisión histórica del país permite fácilmente concluir que el diálogo y la condescendencia con los grupos armados nunca ha traído como resultado la paz, sino al contrario, más guerra; pero ganó la moda de decir que quien señalara esta evidencia era un guerrerista insensible, y ahí tenemos…

Argumentarán los petristas que, aunque las cosas evolucionen para mal, también cuentan como cambio. Me gusta pensar que este calvario tiene que servir para algo, para que los colombianos valoren que, aunque nos falta mucho y estamos repletos de problemas e injusticias, este país estaba avanzando en la dirección correcta y hoy vivimos mucho mejor que nuestros ancestros. Sí teníamos mucho que perder, o como dicen los venezolanos, éramos felices y no lo sabíamos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/jose-valencia/

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