Que en Colombia no hay democracia dicen los candidatos del Pacto Histórico. Sí, leyeron bien, candidatos alegando que no hay democracia. Varios de ellos, además, ya elegidos antes como alcaldes, gobernadores o congresistas y a los que se les ha respetado su mandato.

Y claro, hay democracias más o menos perfectas, sin duda la colombiana no goza de plenas garantías. El Democracy Index de The Economist ubica a Colombia como una democracia  imperfecta con 6.48 puntos de 10. No es la mejor, pero de ahí a decir que no existe hay mucho trecho.

El Pacto Histórico necesita como caldo de cultivo el relato de fracaso generalizado para poder crecer, paradójicamente intentan convencer a la gente de que vivimos en una dictadura mientras el Estado les financia sus campañas, tienen acceso a todos los medios de comunicación, pueden organizar eventos públicos sin ninguna restricción y hablan libremente en el Congreso.

Dicen algunos que la democracia no se restringe a lo electoral, y tienen razón. Aún así, Colombia sigue manteniendo otros elementos democráticos cruciales como la división de poderes y el respeto por la Constitución. No más esta semana el Gobierno, opuesto al aborto, tuvo que aceptar una sentencia de la Corte Constitucional contraria a su forma de pensar.

Utilizar este tipo de mentiras puede ser efectivo en lo inmediato en política, movilizar una joven generación a partir de la indignación puede dar bastantes réditos. Pero conlleva un riesgo enorme, y es que nos pase como al pastorcito mentiroso, que cuando de verdad se aproxime una dictadura ya la palabra no va a tener fuerza y nadie la va a creer.

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