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Llevo varios años preguntándome si me muevo por el miedo y queriendo, de todas las formas posibles, ser la mujer racional y determinada que siempre he, si no anhelado, sí pretendido ser.
El miedo tiende a ser la limitación para vivir, con otros, experiencias: las que encuentran cabida en la idea, en el deseo y en el futuro. El miedo -que se consume en la no coincidencia del anhelo y el desprendimiento- es también una vía para no relacionarnos con otros.
El simple contacto, el abrir el pensamiento íntimo, y el desear la contradicción son todas fuentes: fuentes que derivan en ese desconocimiento que da el miedo pero también en la consciencia del lugar en el que nos ubicamos para reconocernos en la incertidumbre. Esa es la conciencia de la voluntad y el convencimiento en el actuar.
Ayer conocí lo que se siente -no moverse por- pero sí superar el miedo. Cada día que pasa busco con mayor intensidad la entrega pura y profunda a quienes quiero, por lo que superar las falsas ideas de lo que asusta al lado de las personas correctas es el principal camino hacia el amor libre, sincero y transformador. Por eso, superar los miedos con él es, también, mi mejor encuentro.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valentina-arango/