Más mujeres valientes

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Hace 4 meses exactamente renuncié a mi trabajo formal. Un trabajo estable, retador, con proyección, del que mi mamá aún no entiende cómo fui capaz de salirme. Renuncié por seguir un camino que inconscientemente me había trazado hace muchos años, pero que yo era la única que no quería ver. Esta es la historia.

Los que ya me han leído por aquí, o los que apenas llegan (bienvenidos, bienvenidas), se han dado cuenta de que hablo mucho de política. Y no me refiero únicamente a política electoral, sino a la política entendida como aquello de interés público, como lo de todos. Esto no es nuevo. Mi mamá aún cuenta la historia de cuando yo, siendo muy pequeña, después de una pela (sí, soy de la generación a la que lastimosamente nos dieron pelas) le recorté los derechos del niño que aparecían en un periódico que había en casa, se los entregué exigiéndole que se los aprendiera y la amenacé con denunciarla a Bienestar Familiar. Muy altanera dirán algunos, pero era mi naturaleza saliendo a flote.

Nada me ha interesado más en la vida que lo que pasa a mi alrededor, la ciudad y el país. Aún recuerdo mis largas conversaciones con mi abuelo, muy conservador él, sobre el futuro del país cuando las Farc pasaba por su momento más complejo. Yo era una chiquita jugando a entender el mundo.

Este interés particular, mezclado con una lectura prematura y recurrente de Mafalda, con haber crecido en un ambiente familiar propicio para el pensamiento crítico, por un amor incondicional a los libros y por una adicción en mi adolescencia a escuchar noticias en un radio de pilas, me han traído a donde estoy hoy.

Después de haber transitado en mi juventud por varios grupos políticos, de haber buscado un espacio donde mis ideas fueran escuchadas y mis planteamientos éticos compartidos, hace ya casi 13 años llegué a un espacio que se ha vuelto mi casa. Conocí gente maravillosa con miradas similares a las mías, pero sobre todo con unas ganas sobrehumanas de trabajar y de poner su vida al servicio de todos.

Con este grupo de personas aprendí a trabajar en lo público; fueron mi escuela. Con ellos y ellas fui creciendo en criterio, fui reconociendo los errores que a tantos fracasos nos han llevado pero, además, fui identificando mi gusto, mi pasión y sobre todo mi talento para ser la voz de causas.

Permanecer en entornos políticos me ha obligado a priorizar la reflexión de mi lugar en el mundo como mujer, y el de las demás mujeres de diferentes razas, contextos y procedencias socioeconómicas. El ambiente político es hostil con nosotras, de eso ya hemos hablado antes. Pero a pesar de la hostilidad, somos muchas las que permanecemos, siempre destacando el discurso de la importancia de la participación política de nosotras las mujeres.

Así que hace algunos meses, después de hablar mucho sobre las pocas mujeres que participan activamente en política, me quedé callada y mi cabeza hablo por mí. “Tanto que hablas Manuela de la importancia de que participen las mujeres… ¿y vos?”.Y yo, sin ninguna estructura ni maquinaria, sin “padrinos políticos”, sin haber sido nunca candidata a nada, ni haber puesto mi cara en ningún volante, me enfrentaba a una decisión muy difícil: enseñar con la palabra o con el ejemplo.

Escogí el ejemplo. Porque hay decisiones que necesitan valentía, y la valentía no es ausencia de miedo, y en este país, en esta ciudad, necesitamos más mujeres valientes.

Aspiraré entonces al Concejo de Medellín en las próximas elecciones de octubre. Es mi decisión de vida, pero no un cambio de vida, porque ésta, como me lo han dicho muchos, es sin duda mi naturaleza.

Este seguirá siendo un espacio para hablar de lo que pienso, de lo que veo y de lo que siento; porque así es la política: de reflexión, de hechos y de emociones. Siéntanse en confianza de contradecirme, los puntos de vista diferentes me fortalecen, pero sobre todo, acompáñenme a construir una propuesta para esta ciudad que tan herida está, una propuesta desde el amor que le tenemos a la misma, desde la intención de sanar y de reparar, desde las ganas de mejorar. Acompáñenme también con sus ideas, que como lo dije antes, mi función es ser su voz.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/manuela-restrepo/

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