La revolución devora a sus hijos. Ahora el turno fue para la periodista María Jimena Duzán, quien durante años aró los campos para que creciera el petrismo y sufre en carne propia el ataque de sus bodegas de difamaciones y exterminio moral. La propia periodista afirmó que el presidente le había puesto la «lápida de terrorista”.

María Jimena hizo parte de esos grupos de “intelectuales” criollos que se encargaron de bajar los miedos que tenía la sociedad colombiana frente a Petro. Hace menos de un año decía que era un verdadero demócrata y que quienes alertábamos de los peligros que representaba éramos unos fanáticos de ultraderecha, cómplices del paramilitarismo. ¡Qué rápido dio vuelta la vida! Sufre devorada por el Saturno que ayudó. Lo malo es que el palo no está para cucharas y no nos da tiempo de disfrutar esta lección kármica de la periodista.

Es gravísimo que un presidente ataque de esa manera a la prensa que, además, no ha hecho más que cuestionamientos legítimos sobre graves denuncias de corrupción que el tiempo ha comprobado.

Las preguntas de Duzán a Laura Sarabia sobre un presunto tráfico de influencias y un rápido y milagroso enriquecimiento por parte de su hermano, son legítimas y necesarias. Lo que un gobierno tiene que hacer es responderlas, no amenazar al periodista que las hace, como si fuera un grupo criminal.

Ahora muchos zurdos se hacen los sorprendidos con esta actitud de Petro contra una de sus icónicas plumas, pero no se entiende cómo esperaban algo diferente de quien ha defendido a capa y espada la dictadura venezolana, o de quien lleva desacreditando durante todo su mandado a la revista Semana, cuyas denuncias contra el gobierno han resultado verdaderas.

Segundo escándalo de gravedad que involucra a Laura Sarabia y el presidente opta por mantenerla, a pesar del alto costo político y de tener que enfilar baterías contra una antigua y poderosa aliada. ¿Qué sabe ella que hace que el presidente esté dispuesto a todo por defenderla?

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