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Los habitantes de calle de Medellín

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La Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia estima que la población de habitantes de calle en Medellín ha incrementado en un 150% en los últimos 3 años, pasando de 3.000 a 8.000 personas en esta situación. Las cifras — que son estimaciones sin el rigor del censo que realiza el DANE— hablan de un deterioro en las condiciones de vida de muchos medellinenses. Las causas de este incremento son difíciles de determinar, pero hay factores que seguramente han tenido incidencia.

El confinamiento por Covid -19 asfixió la economía informal. Si bien Medellín es la segunda ciudad con menos hombres y mujeres en la informalidad, el 40% de la población que trabaja está en esa condición. Además, en los últimos años se han producido masivos desplazamientos forzados en el departamento y la ciudad es receptora de esta población. La proliferación de drogas sintéticas, en especial la fabricación de tusi — una receta con denominación de origen colombiano— también puede ser un factor explicativo. De acuerdo con la Secretaría de Inclusión Social la mayoría de los habitantes de calle son consumidores problemáticos de drogas.    

Las razones del incremento están por determinar y será tarea prioritaria de la Secretaría de Inclusión Social de Medellín. La plataforma de diálogo ciudadano “Hablemos Medellín” propició la conversación de más de 1.500 personas en la ciudad que se reunieron para determinar qué querían cambiar, mejorar y mantener en la ciudad. El quinto tema más mencionado por los participantes de estas conversaciones — por encima de cuestiones como la movilidad, el manejo de residuos y el turismo — fue las personas sin hogar.  A las personas de Medellín les preocupa el aumento de los habitantes de calle, su bienestar, su atención, y las implicaciones que tienen en su percepción de seguridad.

La atención a los habitantes de calle ha tenido idas y venidas en los últimos años. La Alcaldía implementó un programa denominado “granjas de resocialización” que proporcionaba un ciclo de acompañamiento psicosocial a las personas en esta situación que culminaba en la posibilidad de tener un medio de vida. Muchos de los que pasaron por las granjas son ahora auxiliares de barrido vinculados a Emvarias. En 2018 cerró el Centro Día 1 de la Minorista y se convirtió en un “centro de traslado por protección” para infractores del código del policía. En 2020 abrió en Barrio Triste «Reconstruyendo mi vida» el nuevo centro de atención y protección, pero con una capacidad inferior a la del antiguo Centro Día.     

El asunto más alarmante es que de acuerdo con la Secretaría de Seguridad de Medellín este año han matado 42 habitantes de calle. No son claras las circunstancias de estos asesinatos, pero las autoridades deben investigar si hay algún tipo de sistematicidad en estos hechos. Una de las desgracias más grandes de Medellín es su fertilidad para las asociaciones de “limpieza social”.

En esta ciudad son muchos los grupos que se han dedicado a perseguir, torturar y asesinar a quienes consideran basura: prostitutas, habitantes de calle, personas trans, etc. Este es un asunto central para las reuniones de empalme del alcalde electo y para la construcción de su eventual plan de desarrollo. Hay que evitar a toda costa que se consoliden estructuras de este tipo, que se rememore la historia universal de la infamia. Hay que consolidar además un programa de atención integral a la creciente población de habitantes de calle que está en riesgo.   

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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