En los últimos años, la palabra “tibieza” se volvió relevante en la discusión política colombiana. Se le dice “tibio” a cualquier individuo que no tome una posición que sea considerada válida para quienes así lo tildan.
Para no ser tibio, dicen que hay que tomar postura, una que se ajuste a la visión reducida que sólo ve el blanco o el negro de una situación y no la multiplicidad de colores. Por ejemplo: o se es uribista o antiuribista, petrista o antipetrista, santista o antisantista. No hay opciones en el medio para los que dicen no ser tibios; ellos siempre son claros y se atrincheran al interior de algún bando.
Por otro lado, es común que, a los que creen que la violencia no es el primer camino para resolver un conflicto, que no hay que pisotear la dignidad del contendor político o que no justifican la violación de las normas para hacer política, se les diga tibios, una especie de insulto que se usa, principalmente, en un país agresivo que necesita muertos, derrotas humillantes y reivindicar el “culto del avispado”.
Los verdaderos tibios, y sólo por mencionar pocos ejemplos, no serían los descritos anteriormente sino, precisamente, los que tildan de tibio a todo el mundo, sobre todo porque sus “posturas”, se mueven entre defender lo popular -que no es del “pueblo”-, y defender lo que “no es políticamente correcto”, pero condenable desde la dignidad humana.
Los verdaderos tibios son los que dicen cosas como que los palestinos se merecen su suerte porque se pusieron a “torear a Israel” y que los más de ¡17 MIL NIÑOS ASESINADOS! son efectos colaterales de la guerra, pero no son capaces de decir que Netanyahu es un genocida. ¡Tibios!
Los verdaderos tibios son los que validan a Donald Trump, su machismo, xenofobia, autoritarismo y corrupción pero se llaman a sí mismos defensores de la mujer, hospitalarios, democráticos y honestos. ¡Tibios y mentirosos!
Los verdaderos tibios ignoran deliberadamente que Javier Milei llame a odiar a los periodistas, quiera quitar el delito de feminicidio del código penal, haya estafado a miles de personas con una criptomoneda y sea amigo de Orban (el autoritario Húngaro), Abascal (el racista de Vox) y Meloni (la admiradora de Mussolini), que porque está bajando la inflación. ¡Tibios y solapados!
Qué bueno sería que los verdaderos tibios hablaran más pasito o tomaran posturas que hagan menos identificable –por no decirle, digamos, esquizofrenia– su mediocridad.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-yepes-naranjo/