Movernos hace parte de nuestra naturaleza. Necesitamos ir de un lugar a otro.
Cuando llegaron las ciudades, esa necesidad se transformó. Tal vez las dos principales razones para movernos eran y siguen siendo las mismas: supervivencia y deseo de descubrir nuevos horizontes. Sin embargo, lo que cambió es cómo lo hacemos: antes nos movíamos a pie, ahora en vehículos motorizados. Antes salíamos a recolectar y cazar alimento, ahora es a trabajar. Antes buscábamos descubrir nuevos lugares y asentamientos, ahora salimos a pasear y viajar.
Estas transformaciones han causado un sinfín de soluciones y oportunidades. Creo que es imposible concebir cómo sería la sociedad ahora sin estos avances tecnológicos. Pero también ha traído muchos otros problemas graves que afectan nuestra salud y nuestra relación con la naturaleza
El transporte es un tema que me imagino que está en las agendas de los políticos y muchas empresas. Como lo mencioné antes, no es solo una necesidad fisiológica, es también parte fundamental del funcionamiento de una ciudad y de la sociedad misma.
Todas las grandes ciudades están construidas para que se muevan carros. Muchos carros. La mayoría de las políticas y decisiones que se toman pareciera solo querer beneficiar que haya más. Es como si ver las calles llenas de estas cajitas de metal y plástico fuera un símbolo de progreso y estatus.
Es como si el humano dijera: “soy muy inteligente y desarrollado: paso varias horas al día metido en una de esas cajitas, esperando que se muevan las otras miles que están estorbando mi camino”.
La tendencia pareciera estar del otro lado: la compra de vehículo particular, incluso los eléctricos, se ha mantenido en crecimiento general con respecto a años pasados, y creería que la tendencia seguirá al alza.
Mientras prioricemos el transporte privado y exclusivo, todos los problemas asociados a este van a seguir creciendo y generando más problemas.
La sociedad del futuro, la que necesitamos, la única que veo factible, es una que comprenda los ciclos naturales a los que pertenecemos. Y con el transporte, creo que la clave va por priorizar las alternativas que permiten la movilización comunitaria y funcional de las personas y los objetos. Crear ciudades en las que moverse sin carro sean tan fácil y accesible, que usarlo sea la última opción.
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