La semana pasada celebramos una buena noticia: la tasa de desempleo en septiembre fue de 8,2 %, la más baja registrada por el DANE. Parece un avance. Y lo es. Pero si queremos entender de verdad el mercado laboral colombiano, hay que mirar más allá del titular.
Colombia tiene unos 52 millones de habitantes, de los cuales cerca de 36 millones están en edad de trabajar (mayores de 15 años). Sin embargo, solo el 63,9 % participa activamente en el mercado laboral: unos 23,5 millones de personas que trabajan o buscan empleo. El resto, más de 12 millones, son inactivos: estudiantes, cuidadores no remunerados, personas con discapacidades o quienes, como Ana, una madre soltera que dejó de buscar trabajo por falta de apoyo para cuidar a sus hijos, se desanimaron. Estos inactivos no cuentan como desempleados, pero su exclusión refleja una cara oculta de la desigualdad: millones de colombianos fuera del sistema productivo, sin ingresos propios.
Entre los activos, 2,1 millones están desempleados y 21,4 millones ocupados. Sin embargo, la calidad del trabajo es el verdadero desafío. Más del 55 % de los ocupados labora en la informalidad: sin contrato, sin seguridad social, sin derechos laborales. Solo 9,6 millones de personas —cerca del 18 % de la población— tienen empleo formal. Esto significa que un grupo reducido sostiene con sus aportes los sistemas de salud y pensiones, una base frágil que pone en riesgo su sostenibilidad ante cualquier crisis económica.
La alta informalidad no es solo un número; impacta a todos. Menos cotizantes significan menos recursos para hospitales, escuelas o pensiones futuras. ¿Por qué es tan alta? Factores como los elevados costos de contratación para las empresas, la falta de acceso a crédito para pequeños negocios y la precariedad en sectores como el comercio o la agricultura dificultan la formalización.
Aumentar el empleo formal exige una estrategia integral que combine productividad, simplificación normativa e incentivos bien orientados. Simplificar los trámites para la formalización, ofrecer acompañamiento empresarial gratuito y establecer estímulos tributarios para la contratación formal.
La caída del desempleo al 8,2 % es un paso adelante, pero los retos son enormes. Colombia necesita ampliar su base de empleo formal para fortalecer los sistemas que benefician a todos. Solo así esta mejora dejará de ser un titular pasajero y se convertirá en un avance económico y social sostenible.
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