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La sangre vasca en Antioquia

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Corresponde a la estructura existencial de la experiencia humana la búsqueda perenne de un lugar, de un espacio donde sea posible el habitar originario. Este habitar trasciende el mero estar ahí en un determinado punto geográfico, y debe comprenderse como una profunda hibridación en la cual el ser humano y su mundo inmediato, su paisaje, se pertenecen mutuamente, se influyen uno al otro, se co-determinan.

Los vascos han habitado desde la prehistoria una región que abarca el norte de España y el suroeste de Francia, caracterizada por sus paisajes montañosos y sus praderas. Se trata de uno de los pueblos más ancestrales de Europa, y su idioma, el euskera, ha devanado los sesos durante siglos a los estudiosos, pues esta lengua enigmática es de las más antiguas habladas aún hoy en el viejo continente, y cuyo origen es incierto, no presentando relación alguna con otra lengua conocida. Se trata de un pueblo indómito, que ha logrado mantener su identidad cultural por milenios, resistiendo invasiones, saqueos, pillaje y todo tipo de intento de absorción llevada a cabo por distintos imperios.

La diáspora vasca, fruto de la emigración por razones económicas (herencia, recursos limitados, oportunidades laborales) y políticas (guerras carlistas, represión franquista), ha dispersado a millones de vascos por el mundo. Para mediados del siglo XIX, la diáspora vasca era mayor en Colombia que en la misma España, contando con 2,8 millones de vascones que habitaban estos parajes, mientras en el país ibérico permanecían 2,6 millones de ellos. La afluencia vasca hacia tierras antioqueñas fue particularmente significativa. Llegaron en búsqueda de oro, tierras fértiles y climas favorables para la agricultura. Los vascos, comerciantes ambiciosos, encontraron además en Antioquia un creciente enclave comercial para desarrollar sus negocios.

Su legado ha permanecido indeleble en nuestras genealogías, en nuestras costumbres y cultura, formando parte esencial en la consolidación del espíritu Antioqueño. La riqueza gastronómica de la que hacemos gala los paisas hunde sus raíces en el sincretismo vasco. Los frijoles con arroz, esa combinación montañera, fue una tradición culinaria en los montes de Navarra hasta tiempos recientes, como relata Ignacio Izaguirre, presidente de la Casa Vasca de Antioquia. Junto a ellos, encontramos el chicharrón, la morcilla y el chorizo, que entrelazan los sabores de las dos tierras. El talo vasco con txorizo, de hecho, no es más que el primo hermano del chorizo con arepa. El mondongo, ese manjar odiado por muchos y amado por otros, tiene igualmente su origen en Vasconia, reflejando un legado culinario que se rehúsa a desaparecer.

Si miramos nuestra arquitectura, donde el habitar originario toma cuerpo fáctico a partir del construir, encontramos igualmente una profunda influencia. El corredor de la finca antioqueña, por ejemplo, evoca el balcón del caserío vasco, adornado con flores que cuelgan y embellecen tanto las montañas de Euskal Herria como las de Antioquia. Los vascos trajeron consigo el estilo gótico español, evidente en joyas arquitectónicas como la Basílica Menor de Nuestra Señora del Carmen en La Ceja, el Templo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y el Hipódromo San Fernando en Medellín.

La sangre vasca atraviesa también nuestra música, desde el bambuco hasta las canciones de Juanes, orgulloso heredero de la ascendencia vascongada, y más paisa que la arepa. Matilde Cháves de Tobar, doctora en musicología de la Universidad de Salamanca, señala que los compases del bambuco tienen una conexión directa con los ritmos ancestrales del País Vasco. Los ritmos vascos, como el zortzico, despliegan una cadencia ágil y alegre, un torrente de libertad y vida que sostiene melodías cargadas de una melancolía profunda, creando un contraste fascinante y envolvente, muy similar a la esencia de nuestro bambuco.

Termino esta columna señalando algunos apellidos vascos muy frecuentes en Antioquia, y que han participado en el heroísmo de algunas de sus gestas, como la independencia, la fundación del Valle de Aburrá o la colonización paisa: Aristizábal, Atehortúa, Bernal, Berrio, Chavarría, Chaverra, Duarte, Durango, Elorza, Elejalde, Galeano, Henao, Lezcano, López, Muñoz, Navarro, Obando, Olaya, Vasco, Zamudio y un largo etc.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/julian-vasquez/

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