La revolución de los emprendedores

La revolución de los emprendedores

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Actualmente el emprendimiento y la creación de negocios está de moda, es algo que muchos quieren hacer (me incluyo), pues vemos ahí una alternativa al modelo tradicional de generación de ingresos y de «insertarse» en la sociedad y ser productivo. Y eso está bien, pues son instrumentos que nos permiten desplegarnos de maneras diferentes y aportar al mundo para cumplir nuestros sueños y poner a disposición algo en lo que somos buenos, con lo que podemos ayudar a otros y cobrar un precio justo a cambio. O al menos en esencia, así es como yo lo concibo y lo he entendido mejor.

Pero no solo es el hecho de hacer lo que a uno le gusta, poder vivir de eso y las demás promesas que uno quiere ver cumplidas al hacer un nuevo proyecto. Sino que desde su misma raíz, tal como lo explicaba antes, y desde lo que implica para alguien, creo que es una de las mejores alternativas que tenemos para darle un revolcón al sistema económico actual y potenciarlo con lo mejor que tiene, pero dando paso a un paradigma mucho más completo y, a mi parecer, aterrizado a la realidad: la creación de negocios no debería estar basada puramente en la generación de ingresos y ganancias, sino que su mayor objetivo debe ser resolver problemas que afectan a otras personas o a la naturaleza. Este paradigma lo he entendido mejor bajo el concepto de emprendimiento social, con el que se busca hacer negocios rentables y exitosos, pero bajo la consideración de que su foco está en la solución de esos problemas, especialmente los que más hacen daño, como la pobreza, la inequidad, la contaminación, el cambio climático, la falta de oportunidades y muchos más; de manera que pueda verdaderamente aportar a la construcción de un mejor mundo.

La verdadera lucha contra la pobreza, la injusticia y muchos otros de los grandes problemas que aquejan sobre todo a las personas con mayor necesidad, debe estar basada en el supuesto de ver personas con las mismas capacidades, sueños y posibilidades que cualquiera, no como un recipiente de caridades o como algo a reparar.

Eso mismo está inmerso en el necesario cambio de paradigma de que con dinero y empleo se puede sostener la economía, por uno en el que se le dé herramientas y oportunidades que permitan a cada persona desenvolverse en lo que le apasiona, en lo que es buena y en lo que puede hacer para contribuir y ayudar a otras personas, pues eso le abre un mundo de posibilidades no solo materiales, sino internas, al verse como alguien que vale, importa y es necesario para la vida de otros. Pues uno de los peores problemas que causan estas situaciones es que quita el sentido de valía y de ser parte de algo más, al verse descartados y abandonados por la sociedad como con una condena de mérito o de suerte.

Yo creo en una sociedad en la que todos cabemos y todos podemos aportar. Ese modelo anticuado y absurdamente destructivo en el que solo algunos se llevan la mayor parte del pastel, no funciona. El sustento que tiene, basado en dinero y crecimiento económico no es suficiente.

Esto es una reflexión, pero también una invitación a no dejarse arrastrar por la comodidad de los moldes impuestos por otros. Y sí, es difícil, es muy incómodo, pero lo que vale la pena en la vida, lo es.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/

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