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La esquizogénesis es la tendencia humana a definirse por oposición a los demás. El término fue acuñado por el antropólogo Gregory Bateson quien es conocido por sus trabajos sobre ecología y pensamiento humano. El concepto sirve para describir por qué las personas tienden a apasionarse en la defensa de las ideas, ofrece algunas pistas de lo que hay detrás de la afición al fútbol, la religión o la política. La manera como vemos al mundo contribuye a la esquizogénesis. Nos gustan los maniqueísmos, los relatos que explican el orden universal como una batalla entre buenos y malos, y desde ahí nos enunciamos: acá los buenos (conmigo), allá los malos (con ellos).
Esa dicotomía universal hace que nos comportemos en los debates generalmente como hinchas. Nuestra conducta política, como en el fútbol, depende mucho del rival que tenemos al frente. Pensemos en un partido entre Atlético Nacional y Once Caldas. Ese es un juego que los hinchas del equipo verde no quieren perder, pero si lo hacen, es algo que dejarían pasar rápidamente. Ahora, si el partido es contra Millonarios, América o Medellín, la cosa cambia, los hinchas creen que el equipo debe ganar como sea, “cueste lo que cueste” dicen incluso en los cánticos.
Lo mismo pasa cuando conversamos con alguien que tiene ideas contrarias a nosotros, que asumimos como nuestro principal rival. Si una persona es de derecha y está en un debate con alguien de centro es probable que los argumentos que use no sean tan categóricos y busque llegar a un acuerdo. Incluso es esperable que alguna de las razones que está presentando se modifique en medio de la conversación. Lo contrario ocurre cuando esa persona de derecha conversa con una izquierda, ahí la esquizogénesis se agudiza y la posibilidad de acuerdo se reduce. Muchas veces la cosa llega al punto de la tontería pues no importa mucho qué esté diciendo la otra persona, sólo es relevante sentar una posición contraria a lo que explica el otro. El que es de derecha no puede aceptar nada de alguien de izquierda.
En Twitter esto ocurre todos los días. Las personas de orillas contrarias no debaten, se posicionan en la antípoda de su rival. Sus intenciones pocas veces son el pensamiento de una idea pues lo que buscan es invalidar, como sea, la posición del otro. La esquizogénesis en esta red social es incremental: empieza como una conversación entre contrincantes y termina en un duelo entre enemigos. Los moderados del inicio del debate se convierten en Ludwig von Mises y Vladimir Lenin.
El concepto de Batenson es interesante para pensar los problemas del debate democrático contemporáneo. Twitter ha sido el lugar donde en los últimos años se han dado las principales disputas ideológicas. La discusión con el contario no puede ser un enfrentamiento entre enemigos. La democracia es en cierto sentido el diseño institucional que permite el pluralismo y la búsqueda de consensos parciales. La esquizogénesis es el antónimo de este ideal democrático.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/