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Santiago Silva

La cultura ciudadana ausente

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"Unas elecciones apretadas y sumidas en discusiones polarizantes solo empeorarán el escenario en el que tendrá que moverse el próximo gobierno."

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A pesar de todo, los colombianos tienen una confianza importante en la posibilidad, e identifican una urgencia particular en la necesidad, de mejorar los mecanismos de formación ciudadana, promoción del civismo y fortalecimiento de la cultura ciudadana en el país. Al menos, es lo que muchas respuestas de los 5.158 participantes en la iniciativa de conversación ciudadana Tenemos que hablar Colombia nos dijeron el año pasado. Las mejoras en la educación, los cambios en la política, la lucha contra la corrupción, el cuidado del medio ambiente y el trabajo por la convivencia y la paz son percibidas como agendas interdependientes a los cambios culturales. La propuesta de hacer uso de procesos de “formación en ciudadanía” para abordar muchos de los problemas públicos que afanan a los colombianos fue muy popular en las 1.453 sesiones de conversación que adelantamos.

Pero una revisión de los planes de gobierno que han publicado los candidatos en las últimas semanas pone en evidencia la falta de propuestas claras y robustas de cultura ciudadana. Y aunque la disonancia entre lo que muchos colombianos identifican como importante y lo que proponen los equipos de los candidatos sea problemática, esta ausencia puede también privar a los gobernantes y al gobierno nacional de mecanismos y enfoques de acción pública que, entre otras muchas ventajas, han demostrado ser poderosas para construir confianza en lo público.

Más allá de los retos temáticos, las administraciones públicas en Colombia enfrentan una situación complejísima de desconfianza institucional. La alta percepción de corrupción, la idea extendida de injusticia en las decisiones públicas, las trabas y desbarajustes burocráticos y la desconexión y lejanía percibida en los gobernantes respecto a los ciudadanos han supuesto un duro golpe a la relación que las personas establecen con el Estado.

Unas elecciones apretadas y sumidas en discusiones polarizantes solo empeorarán el escenario en el que tendrá que moverse el próximo gobierno. La posibilidad de reunir voluntades, conseguir acuerdos ciudadanos y colectivos y permitir asumir que independiente de todo, compartimos unos horizontes que se refuerzan en nuestra dependencia como conciudadanos, puede ayudar a reducir la tensión paralizante a la que parecemos destinados. La cultura ciudadana tiene mucho que contribuir a lograr este reconocimiento de nuestro horizonte compartido.

Trabajar en cultura ciudadana, cultura cívica y formación ciudadana resulta en ocasiones subestimado por políticos y gobernantes, pero no solo los ciudadanos reivindican su importancia, los cambios culturales y las movilizaciones ciudadanas que pueden desencadenar son el complemento fundamental que puede consolidar ganancias sociales en muchos sectores y agendas. Dejar de lado las oportunidades en forma y fondo que presenta el enfoque de cambio cultural y la preocupación por el civismo en la agenda pública es una torpeza que sufriremos todos.

Independiente de lo que aparezca en los planes de gobierno, resultaría muy valioso conocer lo que los candidatos piensan al respecto.

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