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La semana pasada Santiago Silva, columnista de este medio y profesor de la Universidad EAFIT, presentó su libro “Ideas sobre el servicio público”. Silva — lector de los libros de máximas morales y políticas que, para nuestra fortuna, los griegos y los romanos escribieron— describe algunas ideas en una serie de ensayos pensados para personas que quieren ser o son servidores públicos.
En general creo que es un libro valioso para pensar sobre el sentido del servicio público en Colombia. Me llamó especialmente la atención por su utilidad la reflexión sobre la necesidad de tener gobernantes que sean conscientes de sus límites. Iniciando el tercer capítulo del libro se lee: “el mejor consejero es la duda propia” refiriéndose a la excesiva confianza de muchos gobernantes colombianos sobre la inteligencia propia, a ese delirio de autosuficiencia y grandeza que muchas veces viene atado a la embriaguez del poder, a ese estado alucinante al que puede llevar el clamor popular.
Silva plantea dos acciones para evitar esos estados deformados por el amor propio en demasía los gobernantes. Primero, plantea la realización de un autoexamen que trate de silenciar el egocentrismo desmedido y el sesgo cognitivo de excesiva confianza. Segundo, y conectado con lo anterior, habla de la necesidad de tener siempre cerca a los “aurigas”, a aquellos personajes cuya labor — importantísima— es recordarles a quienes reciben aplausos por su gestión que no son especiales, que no son imprescindibles, que son solo hombres al servicio de algo que los supera por mucho.
En los últimos años he prestado más atención a cómo los gabinetes de gobierno, pero también los equipos de trabajo en general se configuran siguiendo la premisa de la adulación. Las personas que dirigen deben buscar personas que los hagan dudar, que los confronten, que los contradigan, que les digan que están equivocados. No un séquito de zalameros que refuercen la autosuficiencia distorsionada y los sesgos. De nuevo, la duda debe ser una máxima de vida del líder. Esa idea estará siempre vigente, pero parece tener especial sentido ahora que un gobernante, que confía mucho en sí mismo, es el presidente de Colombia.
Gustavo Petro, cuya carrera política ha estado caracterizada por la presencia de las certezas, aparentemente está reconsiderando posiciones que se presentaban como inamovibles, pareciera estar actuando conforme al principio de la duda en sus decisiones frente a la política económica y energética del país. La elección de su gabinete puede darnos más elementos para pensar que no hay tantas certezas pues conviven y discuten ministros y ministras tan distintas como Alfonso Prada, Gloria Inés Ramírez, José Antonio Ocampo y Cecilia López.
Algunas personas podrían decir que esta es una lectura ingenua, que el contexto de una posible recesión económica mundial lo está llevando ahí, que las circunstancias lo están obligando. Incluso aceptando esas afirmaciones, en la forma de gobernar del presidente de Colombia la duda no ha sido determinante y siempre será positivo que aparezca en alguna medida. Reitero, como bien señala Santiago Silva en su libro, no estar tan seguro de todo es un atributo fundamental de un buen gobernante, asumir que es posible, y deseable, desdecirse, rectificar y reconsiderar. Esperamos que dudar sea un rasgo del presidente en estos años difíciles que vienen, que ese principio que nos presenta “Ideas sobre el servicio público” sea considerado en su gestión.
Pueden descargar el libro acá: https://preguntasycomentarios.com/author/realpolitikmundial/