«Manuela, eso no da votos»

«Manuela, eso no da votos»

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La columna de hoy ya estaba escrita. Perfectamente curada desde lo técnica que quería que fuera, aprovechando este espacio para hablar de la agenda que con el equipo de campaña hemos preparado para Medellín.

Después, leí en este mismo portal la columna de Valentina Arango “Medellín tiene un problema grave” y decidí guardar ese otro escrito para una próxima ocasión y escribir hoy, un mes después de empezar mi campaña al Concejo de Medellín, no sobre lo que yo creo que debería escribir, sino sobre lo que quiero escribir, lo que me sale de las manos y del corazón.

¿Cuál es tu principal dolor con la ciudad?, me preguntan mucho. Esta pregunta tiene una respuesta políticamente correcta, y una honesta. Siempre digo la honesta, aunque mi interlocutor espera la políticamente correcta y siento que lo defraudo un poco.

La políticamente correcta sería algo así: “la corrupción que se ha tomado a Medellín. La pérdida de credibilidad en las instituciones y de la ética de lo público”. La honesta que me sale del corazón es: “la explotación sexual que se volvió paisaje en la ciudad. Las niñas y mujeres explotadas en las calles a la vista de todos y la indolencia nuestra y de quienes nos gobiernan que nos hacemos los que nada pasa”.

Al parecer la respuesta políticamente correcta da más votos. Veo a casi todas las candidaturas enfocadas en eso. Sale un escándalo de corrupción y es un imperativo sacar un vídeo y un hilo de twitter refiriéndose al tema y castigándolo. Toda la discusión gira en torno a lo mismo, a cuanta plata se nos están robando (porque SÍ se la están robando) y que otra patraña hizo Quintero y su grupo para seguir desfalcando la ciudad. Pero mientras eso pasa, cientos (¿o miles? Ni idea, ni siquiera tenemos datos) de niños, niñas, adolescentes y mujeres son instrumentalizadas como atractivo turístico. Están a la vista de todos, las vemos subirse a carros lujosos y a los proxenetas negociarlas. Nos sale en redes sociales la publicidad de las “Gringo Parties” y ahí siguen las vallas que encierran el Lleras pretendiendo esconder lo que es evidente.

“Manuela, eso no da votos” me han dicho varios. Y bueno, pueden tener toda la razón. Es posible que dé más votos pegarme del discurso colectivo, que además quiero dejar claro, es supremamente importante, pero si ya decidí poner mi cara, invertir tiempo y plata, someterme al escarnio público, pues que por lo menos sea para poder hablar de lo que yo creo que se debe hablar. Y de la explotación sexual hay que hablar, de las redes de trata de personas hay que hablar, de la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes hay que hablar, del mal llamado turismo sexual hay que hablar, de la violencia en la industria pornográfica que tiene una gran presencia en Medellín, hay que hablar.

Si da votos o no, lo veremos después, y aunque estoy haciendo una campaña para ganar, con todo el amor, el trabajo y la dedicación para que así sea, quiero no solamente ganar, sino poner en la agenda eso que al parecer a pocos le importa, porque las mujeres empobrecidas, vulnerables, migrantes y prostituidas, a pocos le importan.

La política electoral es un ejercicio de valentía, cada día lo confirmo más. No sé si tengo la suficiente, pero aquí estoy intentándolo, el camino lo dirá, pero mientras pueda y mi voz me lo permita seguiré diciendo en cada espacio que corresponda, que Medellín no puede seguir siendo el epicentro de la explotación sexual y que la responsabilidad de que esto pase es nuestra, nuestra por nuestra indiferencia.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/manuela-restrepo/

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