Elegir para la crisis

Elegir para la crisis

Hay una insistencia en las agendas de pedagogía electoral respecto a la importancia de leer los programas de gobierno y conocer propuestas y posturas de los candidatos que en ocasiones puede llegar a ignorar un elemento fundamental de la decisión del voto: el carácter del político. No me refiero al carácter calificado que se confunde mucho con la brusquedad, la terquedad o la intransigencia, sino a la manera en la que cada persona puede enfrentar diferentes situaciones, en particular, si son críticas, inesperadas y difíciles.

Lo que quiero decir es que al momento de elegir alguien por quién votar no estamos eligiendo un papel con promesas, sino una persona con todos sus matices personales. Y en un régimen profundamente presidencialista como el colombiano, esto no es menor. Nuestros votos son básicamente inversiones de alto riesgo que hacemos sobre la manera en que queremos que se resuelvan las crisis futuras.

Esto no quiere decir que no le pongamos atención a propuestas y posturas ideológicas. Solo que al concentrar nuestra atención solo ahí, podemos perder de vista que no solo estamos eligiendo propuestas que señalan una visión del país, sobre todo elegimos a una persona (y quienes lo acompañan) para llevar los asuntos públicos por cuatro años. Esto debería exigirnos hacer la pregunta de cómo enfrentará esa persona los inevitables problemas que tendrá durante su gobierno.

Primero, porque gobernar es eso, resolver problemas y enfrentar coyunturas. Segundo, porque en muchas ocasiones este comportamiento se resuelve mucho más por lo que el gobernante dice, hace y considera, que por los apalancamientos institucionales o la técnica en las decisiones. Así, sus gobiernos estarán mucho más definidos por las crisis, la mayoría de las cuales ningún Plan de Desarrollo puede predecir, que por sus propuestas en campaña. Y sobre esta realidad opera mucho más la manera en la que ese gobernante asumirá esas dificultades que cualquier otra cosa.

Hay algunas maneras para acerarnos a predecir cómo respondería esa persona a estas crisis. Su historia es probablemente la más importante, la mayoría de los actuales candidatos a la presidencia ya han ocupado algún cargo de elección popular y han tenido que servir en gobiernos dónde, precisamente, enfrentaron problemas constantes. Revisar su comportamiento en esas coyunturas debería ser tan importante en la decisión electoral como revisar planes o alinear posturas.

La otra manera es estar muy atento a las señales que ya desde campaña envían a la opinión pública. La forma cómo enfrentan críticas, asumen debates e incluso, se relacionan con sus aliados y compañeros de campaña son mucho más dicientes de lo que suponemos. La contienda electoral es estresante y difícil, está poniendo a prueba constantemente a estas personas, sus reacciones y decisiones son buena muestra de lo que podremos esperar de sus gobiernos.

Al final, es reconocer que elegimos seres humanos para ocupar un cargo del que depende buena parte del bienestar colectivo de los colombianos y que en esa decisión hay mucho más en juego que una agenda temática.

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