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Las últimas semanas hemos estado atravesando muchos torbellinos en aspectos políticos, económicos y sociales. Las redes sociales, especialmente Twitter, han estado desfogadas con opiniones, comentarios y, claro está, ofensas.
Cuando se presentan estos torbellinos, por ejemplos en materia política, todos, según nuestros pensamientos, ideologías y experiencias, aprovechamos para opinar según nuestra perspectiva y satanizamos la opinión del otro.
Por ejemplo esta semana, con el alza del dólar, todos aprovechamos para dar nuestra opinión – como si fuéramos expertos en macroeconomía y geopolítica – criticando o resaltando a uno y al otro y, obviamente aprovechando coincidencias para justificar un comportamiento o una opinión.
Hemos visto comentarios como “es que con Uribe el dólar estaba a 1.800”; “Es que Petro heredó una crisis de Duque” o, ejemplos más locales “es que el GEA se robó la ciudad” y así, como estos ejemplos, miles de comentarios sin argumentación sino con justificación, encontrando coincidencias para justificar un comportamiento.
Y claro, en los contextos se pueden presentar casualidades y causalidades, pero normalmente tomamos partido de estas a conveniencia, sin ser objetivos, lo que para mí es una enfermedad tóxica.
Por otro lado, hay coincidencias positivas, que unen, que llenan de esperanza al pueblo. Esta semana fue lanzando un comercial muy esperado de la cerveza Quilmes, en Argentina. Un país que tiene unos problemas macroeconómicos y políticos bastante difíciles y aún así este comercial muestra cómo las coincidencias unen a las personas en torno a una ilusión: ganar el mundial. Cada persona que se ve en el comercial, según sus creencias, encuentra esas coincidencias necesarias para aguardar con fe el mundial y una posible consagración de Argentina.
En últimas, lo que quiero mostrar en este artículo no es otra cosa que el poder, positivo o negativo, que pueden llegar a tener las coincidencias, casualidades o causalidades en nuestra vida. Mi mensaje simplemente es: respeta al otro. Puede que no creas en algo, no compartas algo, pero eso no te puede dar derecho a cambiar a la otra persona, ni significa que debas dejar de ser amigo/familia. Es una regla básica de convivencia: respeta. Parece obvio, simple pero ha veces se nos olvida.