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El malestar (constante) en la cultura

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Pero la recurrencia de la conversación si nos debería hacer preguntarnos qué políticas culturales podrían resolver un problema en asignación de recursos y definición de prioridades que parece imposible de resolverse completamente.

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El domingo pasado el concejal Daniel Duque organizó un Space en Twitter para conversar sobre la crisis del sector cultural en la ciudad. Actores históricos y más recientes de las agendas culturales se conectaron, compartieron preocupaciones y señalaron, sobre todo, la falta de rumbo de las políticas culturales de la actual administración municipal. En sus angustias está la novedad del abandono y las rupturas recientes, pero también una especie de déjà vu colectivo: la cultura parece estar siempre en una crisis constante.

Esto no es, ni mucho menos, una justificación o relativización de la situación en la que se encuentran actualmente muchas organizaciones y la agenda cultural en Medellín. La reducción de recursos, el privilegio de espectáculo sobre el trabajo comunitario y la ausencia de apuestas nutridas de cultura ciudadana son evidentes. Pero la recurrencia de la conversación si nos debería hacer preguntarnos qué políticas culturales podrían resolver un problema en asignación de recursos y definición de prioridades que parece imposible de resolverse completamente.

La ciudad ha recorrido un camino importante en estas preguntas. Hace veinte años existe la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín, programas como Formación de Públicos, las Redes de formación artística (como la Red de Escuelas de Música) y eventos/procesos como la Fiesta del Libro, la Parada Juvenil de la Lectura, los eventos de Feria de Flores, el Festival Altavoz, la Fiesta de la Diversidad, entre muchos otros, que han funcionado por años. Al tiempo, contribuciones a la política cultural de la ciudad como el programa de convocatoria y estímulos al arte y la cultura, el Plan Ciudadano de Lectura, Escritura y Oralidad, la política pública de cultura viva comunitaria o la política pública de cultura ciudadana de la ciudad han dotado al gobierno municipal de herramientas, agendas y objetivos fundamentales para sus decisiones.

Estos han sido logros de varios años, resultado de la saludable -así no tenga que ser siempre amigable- relación entre el sector cultural de la ciudad, los empresarios, la academia y los funcionarios públicos. Es un ejemplo que no podemos subestimar de la manera como un ecosistema saludable de actores sociales y políticos son capaces de tomar buenas decisiones y definir apuestas fundamentales para la ciudad. Esta interacción se ha roto en los últimos años en Medellín. En muchos lugares y también en la agenda de discusión sobre la cultura. Esta ruptura agrava lo que siempre ha sido una delicada crisis sobre la relación entre administración pública y actores culturales, entre disposición, definición y distribución de los recursos de la cultura.

En el futuro, si los canales de comunicación y decisión se restablecen, hay muchas preguntas por resolver en ese ecosistema. Por ejemplo ¿es el Programa de Formación de Públicos, que subsidia el ingreso de personas de estratos 1, 2 y 3 a varias entidades culturales locales, un proceso de ampliación y educación de consumo o un subsidio al consumo cultural en lógica de garantizar los derechos de disfrute a la cultura? ¿Podemos y debemos ampliarlo, tanto en recursos como en las entidades que reciben los recursos y ofrecen las entradas? ¿El programa de convocatoria debe ser dirigido por la Secretaría de Cultura Ciudadana o por otra entidad? ¿Podemos ampliar los recursos disponibles si aumentamos el tipo de convocatorias disponibles, por ejemplo, becas temáticas en las que otras entidades encuentren soluciones a problemas desde la producción cultural? ¿Dónde queda la conversa sobre industrias creativas en la ciudad? ¿Podemos apoyarlas sin ampliar esa expectativa y presión a otras entidades culturales de base comunitaria y objetivos poco afanados por el lucro?

Son preguntas complejas, que se conversaron en el Space que menciono, pero que han acompañado buena parte de las discusiones del sector por años. No se resolverán fácilmente. Quizá la esperanza esté en que el espacio para conversarlas se vuelva a abrir y que al menos desde ese encuentro podamos bajarle un poquito a ese viejo y justo malestar.

Otros escritos por este autor: https://noapto.co/santiago-silva/

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