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El Cambio: exclusión política disfrazada de reformas

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Mucho se ha dicho de las ideas y promesas de cambio bajo las cuales Gustavo Petro se hizo elegir como presidente. Y es que basta mirar el mapa electoral del 2022 para evidenciar que fueron las regiones más golpeadas por décadas de conflicto, desigualdad y corrupción a las que convenció la esperanza de un nuevo rumbo bajo su liderazgo, y se volcaron a las urnas a manifestar su apoyo irrestricto a un proyecto político mesiánico que prometía un futuro distinto a territorios como el Chocó, Nariño, y Cauca.

Han pasado casi dos años desde que llegaron al poder, y el cambio que prometieron se ha quedado en eso: promesas, discursos, narrativas y simbolismos que no trascienden a la materialización de una transformación real en esa Colombia profunda que votó con ilusión. Indudablemente, han fracasado en entregar los cambios estructurales que prometieron, han fracasado como gobernantes.

Desde el comienzo de su mandato, Petro se presentó como un líder de ruptura, dispuesto a desafiar el statu quo y a implementar reformas profundas en áreas clave como la economía, la salud, la educación y la justicia social. Sin embargo, lo que hemos visto es un gobierno atrapado en la inacción y la retórica vacía. Las políticas públicas anunciadas con bombos y platillos se han quedado en propuestas vagas, sin un plan de ejecución claro ni resultados tangibles.

Uno de los ejemplos más notables es la reforma a la educación, que fue un pilar de la campaña de Petro, quien prometió una reforma educativa que brindara oportunidades a todos los jóvenes colombianos. Luego de debates intensos en la comisión primera de Senado, el texto de reforma propuesto por el gobierno nacional, que tiene por objeto el derecho a la educación fundamental en todas las etapas de formación, logró ser aprobado con modificaciones propuestas por todos los sectores.

Y es que muchos medios han definido esto como el verdadero acuerdo nacional, porque se pudo evidenciar que, a pesar de estar en orillas políticas distantes cuando de definir el futuro de los colombianos y propender por uno mejor se trata, hay puntos en común y es necesario ceder un poco para llegar al tan anhelado “Acuerdo sobre lo fundamental” de Álvaro Gómez Hurtado. Sin embargo, los congresistas sectarios, pertenecientes al Pacto Histórico, no se hicieron esperar y manifestaron estar en contra del texto al que se llegó, y desde ya, negaron su apoyo a éste en la plenaria de la Cámara. Según ellos, es un texto con ideas regresivas y neoliberales. De cualquier modo queda uno, como colombiano, muy desconcertado con el actuar de los políticos de gobierno, pues viven en una constante narrativa de queja del sistema educativo, porque este sigue enfrentando problemas crónicos de financiación y calidad, a eso se le suma que las escuelas en zonas rurales continúan en condiciones deplorables, y la brecha entre la educación pública y privada se amplía, perpetuando la desigualdad que ellos prometieron combatir, pero cuando se logra una reforma consensuada entre todos los sectores, no les sirve, y de la manera más burda la patean, ignorando que lo que debe ser el centro de la discusión son los derechos de los colombianos, y no las rencillas partidistas e ideológicas que históricamente han sostenido. Al parecer el cambio es imponiendo, y eso de “Pacto Histórico” es entre ellos, no con los demás sectores del país.

En el ámbito de la justicia social, Petro se comprometió a luchar contra la corrupción y a mejorar la transparencia del gobierno. No obstante, su administración ha sido criticada por falta de transparencia y por no tomar medidas contundentes contra la corrupción endémica. Los escándalos y la mala gestión han socavado la confianza del público y han puesto en duda la capacidad de Petro para cumplir sus promesas de integridad y buen gobierno.

En resumen, el gobierno de Gustavo Petro ha sido una gran decepción para aquellos que creyeron en su visión de un cambio real y significativo. Las grandes promesas de transformación han sido reemplazadas por una gestión mediocre y una falta de resultados concretos. En lugar de ser el líder del cambio que Colombia necesitaba, Petro ha demostrado ser incapaz de romper con las viejas prácticas y de llevar a cabo las reformas necesarias para construir un futuro mejor. La promesa del cambio se ha quedado en palabras, y los colombianos seguimos esperando el líder que realmente pueda cumplir con lo prometido.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/ximena-echavarria/

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