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Efecto rebote

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Algo así está pasando en Medellín. Recuerdo que Quintero llevaba pocos meses cuando comenzaron a aparecer personas decepcionadas. Desde entonces se viene hablando del día después. ¿Quién debería reemplazar a Quintero?

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Durante las últimas semanas me ha parecido escuchar con mayor frecuencia los lamentos de gente que se siente decepcionada por Petro. Gente genuinamente decepcionada que esperaba otra cosa. No me refiero a quienes votaron por él para que Rodolfo Hernández no ganara. No creo que ellos esperaran mayor cosa. Tampoco me refiero a los petristas más radicales, porque para ellos el compañero presidente no se equivoca y si lo hace no se le cuestiona, sino que se le reinterpreta.

Me refiero fundamentalmente a quienes esperaban un gobierno distinto y no que en muchos sentidos terminara siendo más de lo mismo. Por ejemplo, quienes no contaron con que Petro fuera capaz de nombrar y mantener en el cargo como Director General de la Policía a Henry Sanabria o quienes desestimaron la investigación periodística de Ricardo Calderón sobre el “pacto de la Picota”.

¿A dónde irá a parar este descontento creciente? Más o menos, si la pita aguanta hasta entonces, en tres años estaremos eligiendo un nuevo gobierno y me preocupa el efecto rebote frente al fracaso de Petro. Me preocupa que el péndulo pase de largo por el campo de los moderados y comience a coquetear con otro tipo de populismo más parecido al de Bukele y no son pocos los que desearían ser gobernados de esa manera. Ya nos salvamos una vez de Rodolfo Hernández, pero terminamos eligiendo a Petro ¿mal menor? ¿Cuándo deja de ser menor el mal?

Algo así está pasando en Medellín. Recuerdo que Quintero llevaba pocos meses cuando comenzaron a aparecer personas decepcionadas. Desde entonces se viene hablando del día después. ¿Quién debería reemplazar a Quintero?

No necesariamente cualquiera que esté en contra de Quintero debe ser tomado como una buena opción. Varios hemos insistido en que hay que ir más allá. Para gobernar bien a Medellín se necesita mucho más que no ser socio de Quintero. Esa debería ser la condición sine qua non. Ese debería ser el punto de partida. Sin embargo, también podría ser una trampa aprovechando el truco discursivo del “mal menor” ¿El problema es la mafia en el poder o que sea una mafia en particular la que está en el poder?

Claro, los problemas más graves de la ciudad, en la actualidad, tienen que ver con el mal gobierno de Quintero, con la corrupción por supuesto, pero también con la incapacidad para dar respuesta a problemas que ya llevaban tiempo agravándose y que mucha gente prefirió meter bajo la alfombra. Por eso, la salida no puede ser elegir cualquier alcalde.

La crisis desatada por Quintero y sus cómplices ha generado todo tipo de reacciones, pero la que más me llama la atención y que más valoro es aquella que ha conducido a explorar opciones en la democracia más allá del simple sentido electoral. La construcción de veedurías como “Todos por Medellín” o de iniciativas de fomento a liderazgo como “Liderario” sin duda van en la dirección correcta de cualificar el debate público y promover discusiones a partir del encuentro. Algo bueno tendrá que salir de esos esfuerzos, no me cabe duda.

Sin embargo, vale la pena preguntarse si estas y otras iniciativas seguirán jugando un papel igual de relevante en caso de que Quintero y sus cómplices sean derrotados en octubre. Sea cual sea el próximo gobierno es necesario que la sociedad valore los ejercicios de veeduría y que los gobiernos las respeten. De nada sirve cambiar de alcalde si el nuevo gobierno llega a estigmatizar a los colectivos ciudadanos y a las veedurías y hacer oídos sordos frente a sus reclamos.

Así mismo, preocupa que el argumento del “mal menor” que está agarrando tanto vuelvo en Medellín por estos días, sea utilizado como cheque en blanco por el próximo gobierno para volver a esos tiempos en los que los problemas se guardaban bajo la alfombra. ¿Cuál es el límite del mal menor? ¿Que roben pero menos? ¿Que roben pero hagan? ¿Qué sean estos los que roben y no los otros? ¿Que sean estos los que direccionen contratos esquivando la ley 80 pero no los otros? ¿Cuál es el precio que esta dispuesta a pagar Medellín para sacarse a Quintero y a sus cómplices de encima? Me preocupa el efecto rebote, es decir, que el mal gobierno de Quintero allane el camino para un gobierno diferente pero muy parecido en el fondo. Tal vez menos pendenciero, pero igual de opaco, pandito y vanidoso.

Otros escritos por este autor: https://noapto.co/miguel-silva/

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