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En China he tenido la oportunidad de conocer gente muy diversa. Tengo por ejemplo un amigo ucraniano de Crimea, un compañero ideal para conversar de lo que sucede en la política mundial, quien ha probado de primera mano los embates del colonialismo moderno y los alcances a los que se permite llegar a los poderosos.
El tema de nuestra última conversación fue la propuesta de Trump para solucionar el conflicto entre Israel y Palestina: mandar a los palestinos a otra parte para reconstruir la franja de Gaza como un territorio ideal y desarrollado “para todo el mundo”.
Compartíamos la indignación de ver cómo actúan los poderosos en los tiempos modernos. Aunque el siglo XXI prometía mayor justicia, reducción de los grandes conflictos y más diplomacia, los ejemplos que tenemos de conflictos internacionales recientes han demostrado todo lo contrario.
La propuesta de Trump -que ya matizaron algunos de sus asesores- es una muestra de la visión que los poderosos tienen del mundo: todos deben hacer borrón y cuenta nueva, menos ellos. Se vale entonces aplastar a los débiles hasta la última potencia, se puede acabar con todo y con todos siempre que no sean importantes, con la importancia de la vida y la cultura humana medidas en términos económicos. Y se puede entonces eliminar o reemplazar al ser humano según la voluntad de los poderosos.
Hablábamos de que gente como él ya no tienen esperanza. Ya destruyeron sus ciudades, no queda nadie allí. Toda su cultura y su forma de vida fueron arrancadas de raíz y la única “solución” que auguran estos tiempos es que Rusia haga lo que le venga en gana y los ucranianos se acomoden como puedan, donde puedan. Quizás les ofrezcan a la manera de Trump, como a los palestinos hoy, recursos para desarrollar otros territorios, una trampa que profetiza la repetición del ciclo de los poderosos: ambición, destrucción y reemplazamiento.
Aunque el mundo moderno prometía ser mejor para todos y es innegable lo mucho que hemos progresado, pareciera que nos acercamos cada vez más a un estado de cosas donde la gente con poder puede hacer lo que quiera, donde definitivamente no todos somos iguales y tanto la vida como la dignidad humana se pueden transar por cualquier moneda.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/