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Antonia Restrepo

Aut(oritar)ismo

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En general, la forma como pensamos y narramos la historia es con la teoría del “gran hombre”: los hechos históricos notables son impulsados por individuos iluminados cuya visión y liderazgo son los responsable de coordinar las acciones de una mayoría. Desde presidentes hasta CEOs, la historia siempre implica que su genialidad fue necesaria para que se iniciara un verdadero cambio social.

Yo creo que el papel del líder es mucho más sutil e indirecto. Creo más en la teoría del crítico social francés Gustave LeBon, quien argumentaba que era la multitud, y no los príncipes y generales, la que se había convertido en la fuerza motriz del cambio social. Los líderes seguían siendo importantes, pero no porque ellos mismos arrimaran el hombro a la rueda de la historia, sino porque eran rápidos para reconocer las fuerzas en juego y hábiles para situarse en primera línea.

Leía esta semana al filosofo Isaiah Berlin en “El erizo y la zorra”, explicando esta misma paradoja planteada por Tolstoi en Guerra y paz: «Cuanto más alto es el nivel que ocupa un soldado o un estadista, más lejos está de la base, formada por hombres y mujeres cuyas vidas son la verdadera sustancia de la historia. Por consiguiente, menor es el efecto que, en el curso de la historia, tienen las palabras y actos de personajes tan remotos».

Pensadores como Le Bon, Tolstoi y Berlin nos conducen a una hipótesis radicalmente alternativa del cambio social: que los movimientos exitosos tienen éxito por razones distintas a la presencia de un gran líder, que es tanto una consecuencia del éxito del movimiento como su causa. Por lo tanto, las explicaciones de los acontecimientos históricamente importantes que se centran en las acciones de unos pocos malinterpretan sus verdaderas causas, que son invariablemente complejas y siempre dependen de las acciones de un gran número de individuos cuyos nombres se pierden en la historia.

Tras la muerte de Steve Jobs, cofundador de Apple, Malcolm Gladwell escribió en The New Yorker un artículo titulado «The Tweaker – The real genius of Steve Jobs»: “Uno de los grandes enigmas de la revolución industrial es por qué empezó en Inglaterra. ¿Por qué no en Francia o en Alemania? Se han ofrecido muchas razones. Gran Bretaña tenía abundantes suministros de carbón, por ejemplo. Tenía un buen sistema de patentes. Tenía unos costes de mano de obra relativamente altos, lo que fomentaba la búsqueda de innovaciones que ahorraran mano de obra. Sin embargo, en un artículo publicado a principios de este año, los economistas Ralf Meisenzahl y Joel Mokyr se centran en una explicación diferente: el papel de la ventaja del capital humano de Gran Bretaña, en particular, en un grupo que llaman «tweakers». Creen que Gran Bretaña dominó la revolución industrial porque contaba con una población mucho mayor de ingenieros y artesanos cualificados que sus competidores: hombres ingeniosos y creativos que tomaron los inventos característicos de la era industrial y los ajustaron, los refinaron y perfeccionaron, y los hicieron funcionar.”

Cada vez es más evidente que los principales problemas de nuestro tiempo – la pobreza, la energía, el medio ambiente, el cambio climático, la seguridad alimentaria, la seguridad financiera- no pueden entenderse de forma aislada. Son problemas sistémicos, lo que significa que están interconectados y son interdependientes. Estamos en una crisis es de entendimiento, de ovación al líder.

Como nuestra experiencia nos dice que el liderazgo es importante en grupos pequeños, como los pelotones del ejército o las empresas emergentes, suponemos que también es importante en los grupos más grandes. Así, cuando presenciamos algún movimiento u organización de éxito, nos parece obvio que, sea quien sea el líder, su particular combinación de personalidad, visión y estilo de liderazgo debe haber aportado el factor X crítico, y cuanto más grande y exitoso sea el movimiento, más importante parecerá el líder.

En una lectura en el vacío del mundo uno diría que sí, que es culpa de Petro, de Duque, de Quintero, del Castrochavismo. Pero la verdad es que no,  no es ninguno de ellos, estamos suscribiendo y repitiendo causas y problemas de una visión del mundo anticuada, una percepción de la realidad inadecuada para hacer frente a nuestro mundo superpoblado y globalmente interconectado.

*inspirada en: https://bit.ly/3cBLddY

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