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Solo una copa de vino se necesita para darnos cuenta de lo que fuimos. Solo una copa, un pensamiento, para darnos cuenta del instante, del amor, de la idea. Solo una copa de vino, una sola, para ver en el reflejo del otro el recuerdo que ya no conocemos. Una copa, aquí y ahora, para entregar las palabras que fueron propias y para encontrar en ellas el anhelo.
Solo una copa de vino para sentir la ausencia, para ver con el otro el amor que ha dejado de ser. Una copa de vino para encontrar en la ausencia el sentir de la vida: que fluye, que cambia, y que aguanta. Un pensamiento para reconocer que una sola copa basta para que el instante nos cambie: el que nos muestra el amor que se siente como una casa, el amor que es abrazo, que es compañía y que es deseo.
Una copa de vino para reconocernos capaces de por fin amar. Este fue un experimento con mi amiga Sofia Bernal. Siempre que conversamos y tenemos una copa de vino surge el anhelo de vivir el aquí y el ahora. Esta es siempre la apuesta por el amor.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valentina-arango/