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Últimamente, mi retentiva se ha apagado, también mis ganas de escribir y crear. Me siento con el computador abierto, la disposición existe pero el resultado nunca llega. Hay días que, incluso, pienso que he perdido la habilidad creativa que residía dentro de mí.

Empecé a deshojar mi pensamiento y, con él, a buscar alguna causa; no es estrés, tampoco exceso de ocupación. Estoy incluso en el momento de mi vida donde más tiempo libre he tenido, uno que mucho deseé para desarrollar mis proyectos personales y artísticos y que ahora desaprovecho con la sensación de que mi cerebro es incapaz de volver a crear algo que me guste, me mueva, me dé sentido.

El hueco de la artista y la página en blanco se alimenta de muchos factores, pero nunca pensé que Instagram y Tiktok serían parte de ellos. La creación viene de la imaginación y para que esta trabaje es fundamental darle tiempo para pensar, reflexionar y expandirse.

Los niños cuando no saben qué jugar, imaginan. El aburrimiento y el tedio desaparece cuando crean castillos en el cielo, cuando luchan contra dragones y salvan animales salvajes en la selva. Ellos, cuando no están bombardeados de estímulos externos, imaginan. 

Cuan ciega he sido pensando que encontraría inspiración en scrollear sin ningún fin, que el ver el trabajo de otros me ayudaría a producir y crear el mío, cuando yo no buscaba verdaderamente inspiración sino una forma de anular cualquier tipo de pensamiento, de tiempo muerto, de silencio en mi cabeza.

Hoy pude escribir esta columna con algunos intermedios para revisar los likes de mis historias, pero por lo menos esta emoción alimentó la respuesta que estaba buscando hace tanto tiempo. La artista soy yo, pero para alimentar mi espíritu creativo me tengo que liberar de la cárcel de la sobre estimulación, de la dopamina inmediata, del miedo al silencio.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/mariana-mora/

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