Escuchar artículo
|
No será Continental Towers lo único que dejará implosionado la actual administración; instituciones, gremios y tejido social, también sufrirán del proceso de demolición que lidera la Alcaldía de Daniel Quintero. Así no se vea la humareda, el daño está hecho; circula a voces y es imposible negarlo.
El activo más valioso de una sociedad es su capital social y la capacidad de cooperar; estos dos los teje y aglutina la fuerza más poderosa entre los humanos: la confianza. Para volver a la metáfora, la confianza, señalan algunos autores, es el concreto de las sociedades, el elemento común que nos da forma, nos mantiene unidos y nos permite existir y prosperar. Estudios de la CEPAL, la OCDE y el BID señalan la importancia de la confianza como factor de crecimiento, prosperidad y bienestar.
Confiar es creer que el otro no se aprovechará de mi, confiar es ceder un poco mi vulnerabilidad, nos ha repetido el profesor Adolfo Eslava. Las personas son confiables cuando cumplen sus promesas, respetan las normas y nos dicen la verdad. La confianza nos hace jugar como equipo, nos hace creer que todo el mundo hará su parte lo mejor posible para que a todos nos vaya bien. En pocas palabras, la confianza es un acto de buena fe en la honestidad y en la buena voluntad de los demás.
Al contrario, la desconfianza entoces nos distancia, nos imposibilita cooperar y nos hace sentir enemigos. Nos aleja de las personas, la empresas y los gobiernos. Nos impide innovar, pagar impuestos o contrar a desconocidos. Nos pone a la defensiva, y de la cooperación pasamos a la competencia desleal, al engaño y al todo vale.
Y tal vez, este es el ambiente que se vive hoy en Medellín: una sociedad fragmentada, desorientada y desconfiada. Una Medellín donde las promesas incumplidas, los ataques y mentiras lideradas por el alcalde, han dinamitado con precisión de implosión controlada los cimientos de la confianza que le quedaban a la ciudad. Y como la confianza es sístemica, es decir, está conectada en diferentes niveles y dimensiones, como un efecto dominó, no solo hay desconfianza en el gobierno, sino tambien en las empresas, las universidades, las organizaciones sociales y las personas; nadie se salva. La desconfianza, como las malas noticias, vuela y se esparce. No desmoronan edificios, pero si la base social, la razón de ser de la ciudad.
Cuando uno va a votar y marca el tarjeton, uno no dice “en vos confío”, pero sí lo piensa, y ese pensamiento es el acto de fe que da lugar a la cofianza. Por eso las democracias son básicamente un instrumento de transferencia de confianza a través de votos a sus representantes, una entrega de nuestra vulnerabilidad a otro en quien confiamos. Y cuando somos defraudados, nada más difícil que recuperarla; nada más dificil de reconstruir que la confianza.
Es más fácil reconstruir un edificio demolido que sanar la confianza en nuestra ciudad. El daño está hecho, pero los humanos tendemos a confiar de nuevo; dar segundas oportunidades y recuperar el rumbo. Y Medellín se merece que volamos a confiar en ella, en la próximas elecciones toca votar diciendo, “en vos confío”.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juanes-restrepo-castro/