“Depende, todo depende, de según como se mire todo depende” cantaba Pau Donés en la canción que parece ser el nuevo himno del petrismo en el poder, reflejo de unas maromas en sus posiciones ahora que son gobierno que ni el Circo del Sol ha presenciado.

En economía las piruetas para justificar las nuevas posiciones del petrismo son notables. Ahora las reformas tributarias son buenas, mucho mejores si aspiran a recaudar el doble de lo que pretendía Carrasquilla. La exploración y explotación de gas y petróleo son intocables, dado el contexto internacional. La inflación y el precio del dólar dejaron de ser responsabilidad de Duque, ahora se trata de un problema global. La reforma al sistema pensional no es una prioridad y el 4×1000 dejó de ser un impuesto hecho para los bancos sino un importante ingreso del Estado que hay que mantener a toda costa. Hidroituango ahora es crucial para la soberanía energética del país.

En política la transformación del Senado la están liderando tres caras de la renovación: Roy Barreras, Carlos Andrés Trujillo y Julián Bedoya. Ni el mejor doble de acción de Hollywood te hace las volteretas necesarias para justificar que estas sean las cartas del petrismo para asegurar las mayorías en el Congreso. Curioso el silencio de algunos medios de comunicación, otrora incisivos, con semejante representación del nuevo gobierno.

Eso sí, en lo que se mantiene firme el petrismo es en acabar las EPS para volver a depender de las secretarías de salud municipales ¿Qué puede salir mal con los políticos locales administrando la plata de la salud? Corcho será Ministra de Salud a pesar de su permanente difusión de noticias falsas durante la pandemia como que al país no llegarían vacunas de Estados Unidos, que solo lograríamos la vacunación en el 2023 o que reabrir los colegios significaría una mortandad. Alejandro Gaviria, ex Ministro de Salud, criticaba duramente las mentiras de la doctora, ahora la “explosión controlada” que dijo que sería el petrismo le está estallando bien en la cara.

Pobre del país, sumergiéndose cada vez más en el descrédito y la desesperanza de la política, caldo de cultivo propicio para propuestas cada vez más descabelladas y menos democráticas.