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Condenados a vivir juntos

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Por: Juan Pablo Trujillo y Santiago Silva

Carlos Gaviria Diaz dijo una vez que los colombianos no sabemos tener contradictores si no enemigos. Sugirió que en este país las diferencias no se tramitan de buena manera y conducen eventualmente a escenarios de enfrentamiento violento, a conformación de grupos armados cuya premisa es la aniquilación del contrario. Gaviria se refería a la definición de la política de Carl Schmitt, a lo que el filósofo alemán denominó la distinción amigo – enemigo. En particular su reflexión apuntaba a lo que Schmitt denominó la imposibilidad de conciliación cuando se considera al otro como “enemigo absoluto”, pues con él, se abandona el plano de lo político y solo queda el camino de la aniquilación. Con los enemigos absolutos se elimina la posibilidad de diálogo y de conciliación al mismo tiempo que desaparece su reconocimiento como contendor legítimo, como igual en disputa.

Uno de los grandes temores de los colombianos es la deriva en violencia política, en el desastre de los asesinatos por ideas. De volver a escenarios que parece hemos empezado a dejar atrás. Ante esta probabilidad de fatalidad histórica hay que estar siempre atentos a las representaciones sobre los otros, a los sentimientos que nos generan quienes no van a votar por el candidato nuestro. Poner el ojo en los calificativos que utilizamos para referirnos a ellos.

Es por esto que en un grupo de investigadores nos animamos a hacer un sondeo que pudiera darnos algunas pistas de los imaginarios, los sentimientos y las emociones que está generando la actual contienda política. En particular nos interesaba indagar sobre las percepciones de los votantes frente a los otros, frente a aquellos que van a votar por el candidato contrario. Quisimos hacer una exploración de que piensan “los rodolfistas” de “los petristas” y “los petristas de los rodolfistas”. Cómo los ven, qué sentimientos y emociones les generan. Qué tan lejano está un encuentro en el diálogo. Un punto común de reconocimiento mínimo que sea garantía de la convivencia democrática.   

Obtuvimos una muestra no representativa de 865 personas en Cali, Medellín y Bogotá a quienes les hicimos las preguntas con un formulario digital. De ellas, 777 aseguraron tener la intención de votar por Rodolfo Hernández o por Gustavo Petro.

A continuación, les presentamos los resultados.   

Qué encontramos:

  • El 25 % de los participantes en la encuesta respondieron que preferirían no tener como vecino a alguien que votaría por el candidato contrario.
  •  El 74 % dijo que les afectaría en algo saber que la persona con la que tendrían una eventual relación sentimental votaría por el candidato contrario.
  • El 10% ha dejado de hablar con alguien porque va a votar por el candidato contrario.
  • El 31% de los encuestados aseguró estar al menos algo de acuerdo con que votar por el candidato contrario tuviera una consecuencia como la pérdida de la ciudadanía.
  • El 55% señaló que los votantes que elegirían al candidato contrario no les preocupaba el país tanto como a ellos.
  • El 63% está muy seguro de que votar por su candidato es la opción correcta y el 79% está muy seguro de que votar por el otro candidato es la opción incorrecta.
  • Las tres emociones que más reportaron sentir los encuestados cuando pensaban en los que votarían por el candidato contrario fueron: tristeza, sorpresa y miedo.
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