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Nada pasa a destiempo.

Cada nota hay que tocarla.

Una melodía se compone de un entramado de sonidos. Uno a uno hay que activarlo, para que suene en armonía una canción completa.

Quien intente apagar el bajo porque lo considera innecesario o no toque el pequeño triangulo, romperá la magia. Cambia por completo el sentido de la sinfonía.

No son los sonidos más abarcadores de los instrumentos más grandes, lo que le dan cuerpo a la música. Es el conjunto de ellos, su relación, los compases, la medida perfecta.

La vida es un poco así, nuestra historia es así, la historia de un pueblo es así. Nada le sobra, nada debe apagarse antes de tiempo ni prenderse precozmente.

Cada personaje y el rol que ejerce es relevante. Cada familia, es importante. Cada idea y cada pensamiento. No nos sobra nada, no nos falta nada.

Viviremos lo que hemos construido, lo que hemos hecho cada uno para crear el futuro.

Colombia es lo que hemos hecho de ella, todos. Con cada acción, con cada omisión. Es lo que la hemos amado y es lo que la hemos despreciado.

La forma como votamos ayer es el resultado de una creación conjunta, donde todos hemos jugado un papel. Ninguno es más importante que el del otro. Ninguno sobra.

El momento que vamos a atravesar como país, es el que teníamos que vivir, porque en la historia, todos las épocas y temporadas, son el resultado de capitulo anterior. Resistirse a atravesarlas es, no solo incensario sino absurdo. La tracción de lo que ya hicimos, no se puede detener.

Tenemos el ritmo de la música que todos hemos compuesto. Sonamos a lo que tocamos. Por eso no hay a quien culpar por estos resultados, son los que compusimos. Puedes ser el triángulo, el piano, la guitarra o el violín y por más grandes o ruidosos que seamos, todos le pusimos algo a esto. No hay director de orquesta ni un gran compositor detrás de esta historia. La hemos ido armando pieza a pieza.

Así que hoy nadie pierde, nadie gana. Es lo que tenía que ser, por eso es solo un resultado, no la causa. Quienes hoy se sientan abatidos, será bueno recordar que hasta aquí nos trajimos, que quienes nos abatieron fueron nuestras propias decisiones. Quien se sienta ganador, deberá saber que nada han ganado aún, aquí solo empieza.

Todos, los que ganan y los que pierden, seguimos aquí. Construir será cuestión de todos, no de quienes se vean representados en las urnas.

Los días siguen y vivir es inminente, nos sigue esperando una salida más del sol para que reconfiguremos, si lo consideramos, nuestras maneras de CAUSAR.

Ser creador de realidades y causador de resultados es tan liberador como asustador. Libera saber que no estamos condenados a un “destino fatal” sobre el que no tenemos ninguna incidencia. Asusta lo mismo, enterarse de que nadie va a hacer por cada uno lo que cada uno tiene que hacer. Es increíble saber lo pequeño que somos en un mar de decisiones que toman millones de personas, pero lo grandes también porque somos una de ellas.

A diario se siembra y a diario se cosecha. Cosechamos hoy lo que hace tiempo sembramos, pero veremos otros frutos con las semillas que hoy pongamos en la tierra. Por eso siempre hay una oportunidad para crear el país que queremos.

Escribo esto sin conocer los resultados, porque la conclusión es la misma. Hoy cuando los vea, lo que escribo no se inmuta, es igual, la idea de seguir es la misma.

Porque mantengo la certeza de que este es el ritmo con el que elegimos vivir, que este era el futuro de hace unos días y lo sembramos hace ya un tiempo.

Nada pasa a destiempo, está perfecto, desde aquí podemos seguir construyendo la vida que queremos.

Nadie nace cuando no le corresponde, en este momento del país, estos somos los ciudadanos que se necesitaba para avanzar.

Lo único que no podemos hacer es dejar de tocar nuestro instrumento, de poner al servicio lo que somos, de presentarnos al mundo, no podemos perder la fe, creer que no somos responsables, que no es con nosotros. Serle indiferente al rumbo de la historia es declararse preso de las decisiones de todos los demás, es resistirse a ser parte de la banda y privarla de nuestro sonido.

Sigamos para adelante, prendamos nuestra capacidad de ser causa y no solo víctimas de las consecuencias. Hagámoslo hoy, desde donde se nos haya asignado sonar, si es como estudiante, periodista, activista, político, empresario, emprendedor, artista, madre, padre, cocinero, empleada doméstica, carpintero, deportista, payaso, fotógrafo, campesino, programador. Todos los papeles son dignos, son altavoz, son posibilidad, son oportunidad de causar.

Seremos lo que hagamos de nosotros mismos, no hay que temerle a nada más que a no adueñarnos de esta historia, la nuestra. Nadie va a venir a arreglar la casa ni a hacer la comida por nosotros. O tomamos el rumbo o nadie lo hará y estaremos condenados al caos.

Les deseo en esta vida, no solo en estas elecciones, que puedan reclamar su derecho a CAUSAR.

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